jueves, 31 de marzo de 2011

Erzsébet Báthory 4ª Parte

Advertencia: las partes cuarta y quinta de este relato, son especialmente explícitas y sangrientas, no recomendable para gente sensible, si es vuestro caso, pasad directamente a la sexta parte, gracias :)


Comentamos la semana pasada, que cuando Darvulia llegó al castillo traída por Jó Ilona, con sus conjuros y docenas de gatos negros que rondaban por la casa y que al párroco de Csejthe no hacía ninguna gracia.
A parte de Darvulia, Dorkó y Jó Ilona, había alguien más en el séquito monstruoso que siempre seguía a Erzsébet, este era cuando llegó al castillo un adolescente muy particular, horrorosamente feo, deforme, medio enano, jorobado y cojo, su nombre era Ujvari Johanes pero le llamaban Ficzkó, tenía una enorme fuerza en los brazos, era perverso pero muy dócil y le encantaba vengarse de la gente que se burlaba de él por su fealdad. A los cinco años era bufón hasta que fue abandonado en medio de un camino, no se sabe quien lo llevó al castillo. También en menor medida, destacaba la lavandera Katalin Beniezky, está nunca asesinó, solo ayudaba en ocasiones a traer muchachas de los pueblos, a limpiar toda la sangre y demás cuando los ritos habían terminado, a desplazar y enterrar a las muchachas, hablaremos ampliamente de ella más adelante.




Erzsébet, alrededor de 49 años



Erzsébet al principio de quedarse viuda echó de menos a su marido, sus conversaciones sobre la guerra, en las que intercambiaban formas de tortura y Ferencz la daba consejos sobre nuevos métodos de disciplina para las sirvientas. Erzsébet se deleitaba escuchando por ejemplo, una tortura muy común en la época que Ferencz realizaba a menudo, consistía coger un caballo muerto, y abrir una brecha en la zona de las entrañas, lo suficientemente grande para meter a una persona, ahí se metía al enemigo aún vivo, y se cerraba, la persona se pudría durante días poco a poco junto con el caballo hasta morir, algo verdaderamente grotesco y terrible, pero muy común en esa época.
Para la Condesa no había nada mejor que los gritos al coser la boca a una dama desobediente, o mientras Dorkó le sujetaba la boca abierta con las dos manos a una sirvienta, la misma Erzsébet con sus manos hundía una plancha candente hasta la garganta.


  Ferencz Nádasdy II, marido de Erzsébet


Hechizos y torturas:

La Condesa desde niña fue muy dependiente de hechizos, ungüentos y pócimas, también de hechizos y talismanes que escondía en ciertas partes del cuerpo según su finalidad, había en especial un hechizo en el que ella creía con fervor y que siempre llevaba al lado de su corazón, el hechizo es un mal de ojo a sus enemigos:

"Isten, ayúdame; y tu también, nube todopoderosa. Protégeme, a mí, Erzsébet, y dame una larga vida. Estoy en peligro, ¡oh nube! Envíame noventa gatos, pues eres el jefe supremo de los gatos. Dales tus órdenes, que se reúnan estén donde estén, desde las montañas, las aguas, los ríos, el agua de los tejados y de los océanos. Diles que acudan a mi lado. Y que se apresuren a morder el corazón de... y también el de... y el de.....Que destrocen y muerdan también el corazón de Megyery el Rojo. Y guarda a Erzsébet de todo mal."

Los... son huecos que se dejan para colocar el nombre de la persona de la que Erzsébet quiere protegerse, toda escritura es de tinta especial (mezcla de sangre de topo y de algunas plantas venenosas).


 

Ilustración de Santiago Caruso


Hay un nombre que siempre figura en todos sus hechizos y maldiciones, y es el de Megyery que era pelirrojo, tutor de su hijo Pál. Se cree que Erzsébet le odia tanto porque él siempre supo que en la Condesa había algo oscuro, y que siempre aguardaba para demostrárselo a los demás. Aunque el más odiado era Megyery, hay otras dos personas a las que Erzsébet no soporta y suele evitar el trato, y cuando no tiene más remedio lo disfraza con una máscara de indiferencia y cordialidad obligada. Esas personas son su primo György Thurzó (quizás por su relación tempestuosa en el pasado) y su cuñada Kata, las tres personas odiadas tienen algo en común, saben o intuyen el lado oscuro de Erzsébet, lo que esta ve como una terrible amenaza.


Al hablar de torturas, no sé bien dónde empezar, a la Condesa no le falta imaginación y tiene formas muy variadas para matar, el objetivo es el mismo, si quiere permanecer joven debe bañarse en sangre de doncellas, pero no vale cualquiera, hay tres requisitos imprescindibles para que la sangre sirva. La muchacha debe ser guapa, saludable y virgen. Se sabe que Erzsébet las prefería de piel tostada y rubias, más que jóvenes, mató niñas, pues muchas tenían entre ocho y doce años, aunque también había decenas de adolescentes, ninguna superaba los dieciocho años.

Cuando empezó a atraer a muchachas, lo hacía "al azar" cumpliendo siempre los requisitos mencionados arriba, que vivían en las cercanías del castillo. Nada más entrar en el castillo ninguna duraba más de 4 días, algunas eran sacrificadas esa misma noche.

La Condesa practicaba sus horribles torturas allá donde iba, en todos sus castillos, y también en Viena, allí desde su juventud ya la temían pues habían oído gritos y visto sospechosas aguas rojizas alrededor de las mansiones de Erzsébet. A parte de Csejthe, tiene residencias en Podolié, Sárvár, Varannó, Pistyán. Léká... y un largo etc. Pues recordemos, ha heredado la mayor parte de las pertenencias de los Nádasdy, y Ferencz junto a su madre, compraron al casar éste, diecisiete castillos y aldeas. Erzsébet ha dado algunos castillos y bienes a hijas e hijo Pál, aún así, se ve obligada a vender algunas propiedades para seguir con su alto nivel de vida. En su residencia de Viena, la calle que estaba al lado, era llamada la calle de la sangre por los cubos que Jo Ilona y Dorkó lanzaban para limpiar. Habían un monasterio de Dominicos cerca que ya se habían dado cuenta de que algo no iba bien, y la gente en si ya empezaba a hablar, pues en Viena los gritos de desesperación y socorro retumbaban por las calles, Erzsébet decide coger sus "juguetes" e ir a otros castillos donde por mucho que griten, nadie escuchará a sus víctimas.


La Virgen de hierro:


Comienzo por esta tortura porque me parece la más impresionante de todas. La Condesa vio en Núremberg un autómata llamado "la Virgen de hierro", la Condesa quedó fascinada al ver este aparato de tortura y encargó en Alemania a un relojero una réplica con algunas modificaciones para su residencia en Viena. El modelo original se encontraba en el castillo Dolna Krupa, que pertenecía al duque de Brunswick.
La apariencia de el autómata es la siguiente: Una mujer de hierro más alta que una persona normal,  su "piel" está hecha de mallas metálicas, pintadas de color carne, que dejan entrever un complicado sistema de tuercas y engranajes en su interior. Desnuda, muy maquillada, con ojos mecánicos que se mueven, una boca  pintada con carmín, por medio de un mecanismo se torna en una sonrisa bobalicona y cruel, mostrando dientes humanos. Tiene una larga cabellera rubia que le sobrepasa la cintura, lleva un collar de piedras preciosas. Tiene los brazos elevados, semiabiertos, invitando al abrazo. La dama mecánica esta sobre un pedestal, en la parte de atrás hay un barreño al que están conectadas unas tuberías que van a parar al cuerpo de la máquina.

La Condesa se sienta y observa a la asustada muchacha, desnuda como el autómata, como curiosea el hermoso collar, al tocar la piedra más hermosa la muñeca se cierra en un violento abrazo, atrapando a su víctima, los pechos se abren y salen cinco cuchillos de cada seno, que terminan con la vida de la muchacha, la sangre caliente llega al barreño, la Condesa inmediatamente toma su baño de sangre...
Tocando otra piedra del collar los brazos vuelven a su sitio, el cadáver desangrado cae al suelo.

Es la única herramienta que usa para tomar baños de sangre, porque con el resto de torturas se untaba y frotaba con la sangre tibia (muerta no servía) sobre su cuerpo, fue en sus años finales cuando sí que comenzó a tomar baños de sangre.

La  Virgen de hierro fue trasladada desde la casa Harmish, en Viena, a Csejthe, en ese traslado fue reparada una única vez, y se dice que le añadieron detalles para hacerla aún más dañina.

Hay un rumor sobre el origen de los cabellos de la dama de hierro, en una ocasión Erzsébet tuvo una idea, había una muchacha que vivía a un mes de Ecsed, se decía que era rubia y extremadamente hermosa, muchos hablaban sobre su belleza. La Condesa que no soportaba la idea de que hubiera ninguna mujer más hermosa que ella, ofreció a la joven una excepcional oferta para que fuera su dama de compañía, la chica emocionada accedió y se puso en marcha en un larguísimo viaje de un mes, fue asesinada por Erzsébet la misma noche que llegó al castillo y se cree que sus hermosos cabellos rubios son los que lleva el juguete favorito de la Condesa, su autómata que, para fortuna de las jóvenes, no dura demasiado ya que el sistema de tuercas y engranajes es muy complicado y con la sangre se oxida enseguida, cuando se rompe no hay nadie que pueda arreglarlo (o su oscuro secreto saldría a la luz). 
Aunque Erzsébet adora este “juguete” se cansa pronto de él ya que no participa en la ejecución, algo aburrido para ella.



Muerte por agua:


Este método está destinado solamente a la diversión personal de la Condesa (eternamente aburrida), suele hacerlo en sus viajes y también lo emplea con las chicas que "casi" consiguen escapar. Puede considerarse una idea no muy pensada, más bien espontánea de la naturaleza oscura y cruel de la Condesa, a continuación os relato la primera vez que se produjo esta particular tortura:

Erzsébet se dirigía en carruaje a una boda, de noche, nevada, la Condesa estaba aburrida, medio dormida, esto no tardó en cambiar cuando Dorkó empujo a una muchacha que lloraba dentro del carruaje, Erzsébet comenzó a morderla con furia y a pellizcarla donde podía, la Condesa entró en trance y fue rodeada por sus sirvientas, la campesina aprovechó e intentó huir, salió de la carroza sin hacer ruido por la nieve, en cuanto se dieron cuenta encendieron las antorchas y fueron tras la muchacha que corría por el campo, no tardaron en alcanzarla y fue llevada ante Dorkó y Jó Ilona que la esperaban. Dorkó chillaba, pero la Condesa se le acercó y le susurró unas palabras al oído que hicieron que todo quedara en silencio. Fueron hacia el castillo de Ilava, cuando estaban muy cerca, los lacayos por orden de Erzsébet, fueron a sacar agua debajo del hielo de los fosos y entre los juncos secos. Jó Ilona le había arrancado la ropa a la joven, que tiritaba de pie, en el centro de un corro formado por los lacayos de Erzsébet con sus antorchas. Le echaron el agua por encima, que se congeló al instante sobre su cuerpo. La Condesa observada desde el interior de su carroza. La muchacha intentó moverse hacía el calor de las antorchas, volvieron a echarle agua. No cayó al suelo, era una estatua humana, muerta, de hielo. A través del hielo se veía su boca abierta y su mirada de desesperación.

La enterraron al borde del camino, en el campo, bajo la nieve. Hundieron un poco el cadáver en la tierra.

Erzsébet no quiso pasar de Ilava para esta ejecución, pues el siguiente pueblo era Bicse, y no se atrevía a cometer ningún crimen en los dominios de su temido primo Thurzó. La joven de Ilava fue la primera en morir de esta peculiar forma. Los siguientes inviernos en los lavanderos helados y los patios de los castillos de Erzsébet en Léká, Kérésztur y Csejthe se convirtieron en un entretenimiento corriente para la Condesa.


La jaula:


Se sabe con seguridad que este es uno de los instrumentos de tortura, junto con la doncella de hierro, que más gustan a la Condesa, cogió la idea en sus visitas a los sótanos de Viena que estaban llenos de artilugios de lo más macabro.

Una jaula con barrotes forrados de afilados pinchos tanto el suelo como los laterales, alta para que quepa una persona, pero a la vez estrecha que limita mucho los movimientos, se fuerza a la muchacha a entrar, Dorkó la arrastra de los pelos y encierra a la muchacha. Después elevan la jaula y comienza el ritual. Erzsébet de impoluto blanco, se sienta bajo la jaula, Dorkó con un atizador al rojo, golpea y quema a la prisionera que no puede evitar moverse y herirse más con cada movimiento, la sangre empieza a brotar, cada vez más cantidad, la Condesa disfruta de su particular lluvia de sangre hasta la última gota, entrando así en trance. En la sala hay dos metamorfosis, el vestido que era blanco ahora es completamente rojo, donde hubo una chica llena de vida ahora solo queda un cuerpo inerte.



Ilustración de Santiago Caruso


Otros tipos de torturas:


Erzsébet tenía otros métodos que mezclaba con los castigos que solía dar a las criadas. Entre ellos estaba azotar a las sirvientas, desgarrando la carne hasta llegar al hueso, si alguna seguía viva, Dorkó o Jó Ilona les cortaban las venas de los brazos con unas afiladas tijeras o simplemente Erzsébet las degollaba. Las jóvenes quedaban irreconocibles, pareciendo llagas humanas. También aplicaban atizadores enrojecidos a fuego, les cortaban los dedos con tijeras o cizallas, les pinchaban y hurgaban las llagas y heridas, las practicaban cortes con navajas, y si la Condesa se cansaba de escuchar los gritos, se les cosía la boca, si se desmallaban muy pronto, se les encendía entre las piernas un papel empapado en aceite. A menudo su vestido blanco se volvía rojo muy pronto y debía ir a sus aposentos a cambiarse y volver de nuevo con sus ritos y "entretenimientos" nocturnos.
Erzsébet gustaba mucho de participar, arrancando la carne en los lugares más sensibles con unas pinzas pequeñas de plata. También le encantaba hundir agujas en los lugares más dolorosos, cortar la piel de entre los dedos, desgarrar las comisuras de los labios cuando las desdichadas gritaban, aplicaba cucharas y planchas al rojo vivo en los pies, pechos y cualquier parte que se le antojara, y fustigaba con una ira que daba miedo, pues a menudo seguía dando azotes aún cuando la muchacha estaba muerta, Erzsébet gritaba "¡Más, todavía más, más fuerte!". Golpear a mutilar a cuerpos muertos era algo que hasta sus ayudantes veían llenos de terror.

En muchas ocasiones la Condesa no está convencida de que las torturadas estén muertas (si por ella fuera agonizarían durante meses) y para asegurarse, les introduce entre sus piernas un cirio ardiendo, desagarrándolas hasta llegar al vientre, es mejor no imaginar los gritos de dolor que lanzaban las desdichadas en sus momentos finales.

Un invento de Darvulia era sumergir a una muchacha en agua fría y dejarla en remojo toda la noche.

Aunque en sus inicios la bruja no quería matar, con el tiempo enseña a Erzsébet el sentido de matar y ver morir, cosa que a la Condesa le encanta.

Las muchachas permanecían encerradas en un subterráneo sin luz, donde no corría el aire, era común que murieran asfixiadas, además eran muchas y pasaban días o semanas sin comer, algunas eran torturadas y devueltas al calabozo, podían morir allí al desangrarse o simplemente de desnutrición y pasar días, rodeadas de sus compañeras aterrorizadas. A veces les daban de comer, a modo de tortura, la carne de sus compañeras muertas, y algunas eran obligadas a comer de su propia carne arrancada por la Condesa.

Con el tiempo le cogió el gusto y estas torturas no las hacían solo en el sótano, comentamos que en sus viajes tenía un maletín muy completo con todo tipo de instrumentos destinados a causar el mayor posible. También en medio de sus orgías femeninas (torturas incluidas) con sirvientas de su personal elección, su cuarto quedaba literalmente en un enorme charco de sangre, había que usar gran cantidad de ceniza para que la Condesa pudiera cruzar la habitación y llegar a la cama, llegado este punto era complicado ocultar el terrible olor de la sangre, la muerte y la putrefacción.

Para Erzsébet es muy importante, aún muy drogada, participar en los ritos. Con el tiempo se vuelve una experta en anatomía, sabiendo que arterias cortar para que las muchachas se desangren antes, y que otros sitios atacar para que lancen mayores gritos.

Hay algo terriblemente escabroso y desconcertante en el asunto del diario, ya que Erzsébet apuntaba los nombres y características de las muchachas que utilizaba para ritos de juventud o bien con muerte destacada, como por ejemplo, es rubia pero demasiado baja, o rubia y hermosa, sin embargo no estaban en esa lista las  jóvenes y niñas que mutilaba en sus viajes, muertes por agua, asfixia, desnutrición, cubiertas de miel abandonadas en el bosque de noche para que fueran comidas vivas por cualquier bestia...que eran decenas...aún así  en aquel diario había más de 600 nombres...


Continuará....





Bibliografía:






Valentine Penrose: La Condesa Sangrienta.
Ediciones Siruela, S.A. 1987, 1996, 2008.


Alejandra Pizarnik: La Condesa Sangrienta.
Libros del Zorro Rojo, 2009.



Javier García Sánchez: Ella, Drácula.
Editorial Planeta, S.A., 2006.


Imágenes procedentes de: wikipedia.org 
Ilustraciones procedentes de: http://galleries.santiagocaruso.com.ar/the-bloody-countess.html

jueves, 24 de marzo de 2011

Erzsébet Báthory 3ª Parte



Hola a tod@s otra semana más. Muchas gracias por visitar este blog dedicado a las curios@s de la historia.

Seguimos con la vida de Erzsébet Báthory, he terminado de repasar los tres libros que tengo sobre ella, aún me queda mucho por escribir, si bien normalmente detallo lo mejor que puedo a todos los personajes, esta merece una atención especial, muchísima información, toda ella aterradora e interesante.

Esta semana el texto es especialmente explícito y cruel en algunas partes.




Matrimonio:



Como comentamos la semana anterior, durante un tiempo Erzsébet Báthory estuvo sometida a una gran presión, constantemente la recordaban su deber de parir hijos cuanto antes mejor. Su suegra murió y no vio ninguna criatura, fue diez años después de casarse, a los 25 años. Se cree que durante todo ese tiempo, la Condesa evitó tener hijos, pero su marido logró convencerla.

En esos diez años de espera, la Condesa viajó a Viena y en algunas de las casas donde estuvo, más concretamente en los sótanos, debió coger ideas, como la doncella de hierro, para sus macabras torturas años más adelante. Uno de los lugares donde se alojaba, era la casa de Blutgasse. Existe también, un castillo en la frontera austrohúngara, en Forchtenstein. Cuando volvía Erzsébet de Viena, se detenía a veces, para una visita o un banquete en aquel antiguo castillo. No hay muchos muebles pero aún se conservan retratos, por un lado están los de la familia Nádasdy, entre ellos están Ferencz, sus padres Tomás y Orsolya Nádasdy (os mostré el retrato la semana pasada) y hay una dama que viste como Erzsébet pero que no se trata de ella, se piensa que puede ser la hermana de Ferencz, Kata Nádasdy (la misma forma de vestir se debe a que ambas fueron educadas por Orsolya, muy autoritaria en cuanto a apariencias, costumbres y modales) o incluso la mayor de sus hijas, Anna, pues a veces el cuadro va acompañado de este nombre.


Retratos Nádasdy:


Tomás Nádasdy, padre de Ferencz




Ferencz II Nádasdy, esposo de Erzsébet Báthory







    En   1652, detalle del rostro

En 1656
Ferencz Nádasdy III 1625-1671, nieto de Erzsébet, hijo de Pál Nádasdy.



                                                                          
                                                             
Esposa de Ferencz Nádasdy III, Anna Juliana de Esterházy,  retrato de 1656


En otra sala, reservada a los palatinos, se encuentran los variados retratos de la familia Báthory.

Ahí están los cuadros de: István, Segismundo con barba y sin ella, György Thurzó (palatino, primo político de Erzsébet, supuestamente tuvieron un escarceo), su mujer Erzsébet Czóbor; Gábor (Gabriel) Báthory (que había estado con Erzsébet también) le apodaban "El Nerón de los Siebenburgen". En un rincón está el cuadro pintado deprisa y corriendo, con la nariz mal acabada de Erzsébet Báthory, a la edad de 25 años, acaba de parir a Anna.

Retratos Báthory: 



György Thurzó, primo de Erzsébet

 

Gábor Báthory, primo de Erzsébet



Erzsébet Báthory con 25 primaveras




Cuando Erzsébet tuvo su primera hija en 1585, le pusieron el nombre de su abuela materna, Anna Báthory. En los nueve años siguientes, vinieron al mundo otras dos niñas llamadas  Orsolya, entre los años 89 y 92 aproximadamente, (llamada así como su abuela paterna) y Katerine (Catalina) Nádasdy en el año 1594, en honor a la hermana de Ferencz, por último, nació el ansiado varón, Pál (Pablo), en 1597 no se sabe si su nombre hacía honor a algún familiar.

Erzsébet como madre, se encargó únicamente de asegurar un buen porvenir a sus hijos, concertándoles matrimonios muy convenientes para su apellido, pero todos fueron educados por tutores y no vivieron mucho tiempo en el mismo sitio que su madre. Se dice que Erzsébet incluso tenía envidia de la belleza y juventud de sus hijas. También de las sirvientas, frecuentemente les espetaba que todas la tenían envidia, cuando en realidad era al contrario.

Cuando llegaron al mundo sus hijas, llegaron también sus terribles secuaces protagonistas también de esta terrible historia. Jó Ilona, nodriza de los hijos de Erzsébet, de apariencia muy robusta,  era obesa con las mejillas coloradas y Dorottya Szentes, mujer muy alta, malvada, cruel, fuerte como una bestia de carga, con la dentadura podrida, decían que tenía cara de nuez, tremendamente arrugada, ambas venían de Sárvár. Dorottya conocida como Dorkó, había sido llamada para dirigir el servicio de la pequeña Anna Nádasdy en la época de sus esponsales con Miklós Zrinyi, hijo de una familia casi tan antigua e ilustre como los Báthory desde 1066. Cuando Anna se fue a vivir a casa de sus suegros como era costumbre, Dorkó no fue con ella, se quedó con la Condesa ya que fascinaba a  Erzsébet su crueldad y experiencia en brujería (las cartas que escribe a su marido con hechizos, se los enseña siempre Dorkó).



Castillo de Sárvár



Erzsébet y Ferencz eran personas afines, teniendo mucho en común y pasando poco tiempo juntos, se puede decir que su matrimonio fue feliz, aunque ambos tenían amantes y cuando estaban separados no había ningún reparo porque se les viera en público. Hay constancia de que Erzsébet se divertía voluptuosamente con un tal Jezorlavy Istók, relata uno de los empleados de la Condesa años más tarde, aquel amante se marchó cuando se dio cuenta de las extrañas costumbres de la Condesa, como añadir a sus relaciones carnales criadas, golpearlas, morderlas y hasta estrangularlas, cosa que el descubriría horrorizado, dejando atrás incluso sus pertenencias personales.

Existió también una mujer misteriosa, a la que nadie pudo dar un nombre, que venía a ver a Erzsébet disfrazada de muchacho. Una sirvienta había dicho a dos hombres, que sin querer, había sorprendido a la Condesa, sola con aquella desconocida, torturando a una muchacha cuyos brazos estaban fuertemente atados y tan cubiertos de sangre que ya no se veían. Aquella desconocida no era Jó Ilona Kochiská, pues todas las criadas la conocían bien. La mujer que visitaba a la Condesa por la noche, vestida de hombre, parecía pertenecer a la alta sociedad. Se la vio varias veces y sus visitas siempre eran por sorpresa. Estos encuentros de produjeron cuando Erzsébet contaba con cuarenta y cinco años.

Había constancia de más amantes por parte de Erzsébet. Primero fue aquel que la dejó embarazada con catorce años, luego, después de casada tuvo escarceos con sirvientas y con sus primos Gábor y Segismundo. En cuestión de otros amantes masculinos  según dicen, había campesino al que hizo ennoblecer por el propio Ferencz Nádasdy, con aquel campesino daba paseos con su caballo favorito, de color negro, llamado Visar, tan hermoso que le habían ofrecido varias aldeas por él, pero nunca aceptó.
Después a su lista llegó Ladislao Bende, noble pero poco viril, que desapareció misteriosamente. Después tuvo aquella breve aventura entre los dos matrimonios de Thurzó. El último amante conocido fue el mencionado Jezorlavy Istók, que también desapareció misteriosamente.


Aun así, se sabe que solo eran amantes puntuales debido a la separación por muchos meses a causa de la guerra. Ferencz enseña a su mujer como hacer despertar de crisis o desmayos a sus sirvientas, haciéndolo él cuando interroga a enemigos torturados, impregna de aceite un papel y préndelo entre los dedos de los pies, le comenta. A Erzsébet imaginación no le falta y decide ponerlo en práctica y en un futuro, hacer una desagradable variante (en lugar de ponerlo entre los dedos de los pies, pondrá el papel entre las piernas de las muchachas cuando se desmayen a causa de su agonía).

Su suegra enseñó a Erzsébet la costumbre de escribir cartas cuando su marido estuviera fuera, al igual que ella había hecho con Tomás Nádasdy antaño.

Aquí una de las cartas escritas por Erzsébet:

A mi muy querido esposo, Su Excelencia Nádasdy Ferencz. A él pertenece esta carta.

Esposo mío muy amado, te escribo para hablarte de nuestras hijas. Gracias a dios se encuentran bien. Pero a Osik (también la llamaban Orsika, se referie a Orsolya) le duelen los ojos y a Kato (Katalin) los dientes. Yo estoy bien pero me duele la cabeza y los ojos también.

Dios te guarde. Te escribo desde Sárvár en el mes de Santiago (8 de julio) de 1596. V. Penrose, p. 89.

Con este tipo de notas, notamos lo manipuladora que es Erzsébet, bajo un disfraz de mujer sumisa y resignada, no siempre es así, en ocasiones las cartas contienen hechizos de brujería, que fascinan a Erzsébet y a los que es muy aficionada:


Golpea con un palo blanco una gallina pequeña negra hasta matarla. Pon un poco de su sangre sobre el enemigo. Si no está al alcance, pon la sangre en alguna ropa que le pertenezca. Ya no podrá causar daño. V. Penrose, p. 89




¿Cuando Erzsébet comienza a tener ideas demenciales y a torturar?:



Lo cierto es que como ya sabéis, Erzsébet fue extremadamente cruel desde siempre, cosa que ella veía con una naturalidad pasmosa, ella por ser de la realeza creía tener todo el derecho a tratar a su alrededor como se le antojara. En cuanto a su belleza, Erzsébet necesita como el respirar, estar rodeada de doncellas que alimenten su ego y le repitan sin parar lo hermosa que es. Se pasaba muchas horas al día frente a un espejo que ella misma había diseñado, con reposabrazos para no cansarse por muchas horas que estuviera delante.

Se cree que a raíz de un suceso en el bosque Erzsébet comenzó a ir más allá con la brujería y a empezar a probar hechizos a base de torturar a inocentes para parar los signos de la vejez y hacerla marchar. En el bosque ocurrió lo siguiente:

Paseando a caballo, cuando volvía a su castillo, la Condesa estaba acompañada por uno de sus admiradores, ambos vieron en el camino a una vieja muy arrugada. Erzsébet con saña había preguntado a su pareja "¿Qué dirías si te obligara a besar a esta vieja?". Él respondió que sería horrible. La vieja llena de furia se fue corriendo mientras gritaba "¡Condesa, dentro de poco estarás como yo!".

Erzsébet se tomó muy enserio su amenaza, que interpretó como una maldición y quedó estremecida, decidida a pagar cualquier precio para alejar la fealdad y la vejez, se acerca peligrosamente a la cincuentena.

El 4 de enero de 1604, Ferencz Nádasdy después de dedicar la mayor parte de su vida a luchar en la guerra contra los turcos, de ser llamado "El Caballero Negro" por su agresividad y su espesa barba y ojos negros, murió en Csejthe, a causa de una larga enfermedad que nunca se identificó, tenía 49 años. Cientos de cirios ardieron durante muchos días alrededor de su ataúd, para dar tiempo a que llegaran todos sus parientes a compartir el banquete fúnebre. Erzsébet se mostró rígida, con la mirada fija ante los visitantes que le hacían reverencias en silencio, frente a ella. Ferencz murió sin sospechar lo que eran en realidad su mujer, el simplemente estaba orgulloso de estar con alguien tan hermosa y bien conservada, ya que muchas damas nobles más jóvenes que ella la envidiaban, seguramente los tratamientos blanqueantes venenosos habían ayudado a conservar su preciada belleza.

A partir de ahí todo se tornó aún más oscuro, una extraña bestia se apoderó de Erzsébet, su crueldad sobrepasó todos los límites conocidos anteriormente.




Castigos a las damas de compañía y sirvientas:




A continuación relataré algunos de los castigos que daba Erzsébet a sus jóvenes sirvientas cuando según ella  no hacían el trabajo como ella quería, también eran castigadas si Dorkó o Jó Ilona lo creían necesario.

No se sabe exactamente desde que año, pero la Condesa en sus viajes acostumbraba a llevar un maletín con todo tipo de instrumentos, agujas, atizadores, tenazas, para remediar el aburrimiento que siempre sentía en sus viejas, a costa de la vida de la sirvienta que tuviera más a mano.

Cuando estaba en el castillo y sus sirvientas le cosían los trajes, la peinaban o vestían, todas sin excepción tenían auténtico terror a las represalias de la Condesa. Si tenía un buen día el castigo no iba más allá de seguir con las tareas pero sin ropa y a vista de otros sirvientes que solo podían bajar la cabeza para no ver la terrible escena, como la sirvienta en este caso, solo sufría de humillación y vergüenza, puede darse por afortunada.

Si la Condesa tenía un mal día, buscaba faltas donde no las había, y los castigos iban desde clavar alfileres en partes sensibles del cuerpo, debajo de los dedos, abrir la boca a las sirvientas con los dedos hasta romper las comisuras...en una ocasión no le gustó el calzado que le pusieron, no le pareció cómodo, como castigo cogió una plancha al rojo vivo y la estampó sobre los pies descalzos de la sirvienta que la había importunado gritando: "¡Ahora tu también tienes unos bonitos zapatos con las suelas encarnadas!".
Las zonas donde atizaba la plancha a veces variaban, podían ser los pies, el pecho, la cara...

También le encantaba atar a un árbol a las muchachas que habían robado cualquier tontería, dejarlas al sol llenas de miel para que les picaran todo tipo de insectos y en ocasiones dejarlas de noche en el bosque para que fueran devoradas por los lobos.

A pesar de todo, para la época eran castigos "normales" en cuanto a crueldad, quizás no muy común el desnudar a las muchachas y hacerlas trabajar, pero debemos suponer que se debe al morbo y bisexualidad de la Condesa.




La llegada de Darvulia:




A raíz de la muerte de su marido, y de la maldición que según ella, le lanzó aquella horrible vieja, Erzsébet reclamó en su castillo a una "criatura" por llamarla de alguna manera, que siempre desde lejos, la había estado observando.

Nadie la conocía, era la "bruja del bosque". Bruja desde siempre, se dedicaba a echar a perder las cosechas. Su nombre era Anna pero no se sabe el por qué, había escogido que la llamaran Darvulia. Era muy vieja, irascible y despiadada, alguien verdaderamente aterrador.
Tras la llegaba al castillo de esta vieja bruja, no hubo más que llantos y discusiones.
Al principio hacían hechizos dibujando círculos en el suelo y haciendo brebajes de algunas plantas.
Sucedió algo que decidió el destino de centenares de jóvenes niñas.


Un día mientras peinaban a Erzsébet, no dejaron ambos lados de su peinado por igual, uno estaba ligeramente más ahuecado que el otro, esto a la Condesa le pareció una gran falta y propinó un fuerte bofetón a la sirvienta que la peinaba, con la mala fortuna de que la sangre de su nariz, además de salpicar su ropa, salpicó también su mano. El resto de sirvientas se dieron muchísimas prisa en limpiar la sangre, pero era tarde, a Erzsébet le pareció bien, que en la zona de su mano donde había caído la sangre, la piel se veía más blanca, joven y llena de vida, preguntó a Darvulia si eso podía ser. Esta naturalmente le contestó que había dado en el clavo y esa era la receta para hacer marchar la vejez y la muerte. A partir de ahí comenzó la cacería, las torturas y la realidad de pesadilla....





Continuará.....




Bibliografía:




Valentine Penrose: La Condesa Sangrienta.
Ediciones Siruela, S.A. 1987, 1996, 2008.


Alejandra Pizarnik: La Condesa Sangrienta.
Libros del Zorro Rojo, 2009.

Imágenes procedentes de: wikipedia.org


jueves, 17 de marzo de 2011

Erzsébet Báthory 2ª Parte



Hola! Como novedad esta semana he agregado a la web en la parte derecha una "Caja de música", de momento solo hay ocho canciones y me ha costado decidirme porque no sé muy bien con tanta diversidad de épocas, que música sería adecuada, lo que sí que tengo claro es que todas serán instrumentales para hacer más amena y sencilla la lectura. Una de las canciones creo que le va especialmente bien a este personaje, y es la canción de apertura de Sweeney Todd.

Esta semana seguimos con la vida de la Condesa Sangrienta, y he editado el artículo anterior, agregando una parte llamada "Rebeldía antes de la boda".

La próxima semana publicaré detalladamente como empieza Erzsébet a llevar su locura al extremo, diferentes torturas detalladas, las secuaces que la acompañaban etc.

Buscando un buen rato conseguí encontrar un retrato que se describe en el libro de Valentine Penrose, la calidad de la imagen no es muy buena, pero al menos podemos hacernos una idea de cómo fue la suegra de Erzsébet, Orsolya Nádasdy.


Vida en Csejthe:


Como comenté anteriormente, la familia Nádasdy compró el castillo de Csejthe para que los recién casados vivieran allí. Aquel castillo era más bien pequeño, sólido para resistir a las guerras, aunque carece totalmente de cualquier comodidad.
Los cimientos eran de antes del siglo XIV y los subterráneos formaban un terrorífico laberinto.



Castillo de Csejthe en aquella época

En ese castillo se instaló la joven Erzsébet con dos damas de honor escogidas por su suegra, sus sirvientas y Orsolya Nádasdy.




Orsolya Nádasdy 
(Único retrato conocido. Según nos cuenta Penrose, no es pelirroja, 
lo que lleva cubriendo su cabeza es una tela,
su extrema palidez se debe a que estaba gravemente enferma.)


No había mucho por hacer: Ferencz se había vuelto a ir a la guerra y ella sabía que su deber era darle hijos.
Aunque a pesar de las apasionadas noches en Varannó, solo podía negar con la cabeza cuando su suegra le hacía preguntas sobre si estaba embarazada. No le gustaba ni pizca ser vista sólo como una hembra para parir.
Daba vueltas por el castillo, no se interesaba por nada, no podía maquillarse pues su suegra lo vería con malos ojos y se aburría muchísimo.

"Se aburría siempre", escribe Turóczi. Aunque Orsolya la había enseñado a leer y escribir en alemán, húngaro y latín (como había hecho con ella tiempo atrás Tomás Nádasdy), allí no llegaban a penas libros, y los que llegaban eran de salmos, sermones o penitencias. En esa época empezó a tener la manía de cambiar de joyas y vestidos seis veces al día (a veces más) para combatir su enorme aburrimiento, poniéndose uno tras otro todos los vestidos que tenía.


Cuando Ferencz volvía eventualmente, lo recibía con todos los honores y le rogaba que la distrajera, pero Orsolya estaba enferma y reclamaba su nuera a su lado. Aunque ella con sus dolores de cabeza también tenía su cruz, los sufría frecuentemente y se rodeaba de sirvientas que le daban drogas, pociones, filtros para sanarle la cabeza o le hacían respirar pomas de belladona para dormir el dolor. Todos pensaban que cuando llegara su primer hijo se le pasaría, así que también la rodearon de talismanes y amuletos para mejorar la concepción. 
Su suegra la miraba con tristeza, pues Erzsébet nunca le daba la tan ansiada noticia, ésta, con rabia se volvía a su cuarto y pagaba su frustración con las sirvientas que tuviera a mano, pinchándolas con alfileres, acto seguido presa de una de las frecuentes crisis de los Báthory, se tiraba en la cama y se revolcaba con ira, también hacía llamar a las sirvientas para ser abrazaba y las mordía (la misma costumbre que tiene cuando sufre jaquecas), los gritos hacen que sus males se apacigüen, sean de origen físico o interno.


Orsolya Nádasdy Kanizsay murió consciente de haber labrado la felicidad de su hijo, habiendo moldeado para él, con gran trabajo y esfuerzo, una esposa hermosa y "buena", pero sentía una gran decepción por no haber tenido a ningún nieto entre sus brazos. He leído en algunos sitios que la fecha de la muerte data de 1571, pero no tiene sentido ya que Erzsébet tendría 11 años y acababa de ser prometida a Ferencz, se sabe con certeza que suegra y nuera convivieron en Csejthe después del matrimonio celebrado el ocho de mayo de 1575, así que la fecha real de la muerte podría ser de finales de ese mismo aproximadamente.


Al morir su suegra, Erzsébet volvió de nuevo a su amada Viena, Ferencz la dejaba allí mientras marchaba de nuevo a la guerra. El emperador Maximiliano II la tenía bastante cariño y parecía comprenderla, y le gustaban aún más sus rasgos a la española, también compartían gustos por la magia.
Erzsébet tenía unos veinte años e iba a bailar a la corte, a pesar de su belleza la gente retrocedía cuando la veían pasar, con su mirada ausente.


Ferencz la había pedido que cuando el volviera de la guerra, no le hablara de sus historias de sirvientas. Había aceptado como naturales sus métodos, había que ser autoritario para dirigir un hogar.
Ya vio con sus propios ojos cómo meses antes y le pareció gracioso: En el jardín estaba una de sus  jóvenes parientes llorando, atada a un árbol, desnuda, untada en miel a pleno sol, siendo picada por numerosas abejas y hormigas. Erzsébet comentó indignada que había robado una fruta de aquel árbol.
También conocía bien las manías de su esposa de clavar alfileres a las sirvientas y morderlas salvajemente, pero a él le daba igual puesto que cuando estaba él, su mujer era hermosa, dulce y servicial como toda buena ama de casa.


Antecedentes e influencias familiares:


Podríamos decir que Erzsébet Báthory estaba "maldita" por su apellido, ya que poseerlo implica una mezcla de sangre peligrosa, que como comentamos anteriormente, derivaba en que toda la familia sufría una extrema lujuria, ataques epilépticos, jaquecas y en general locura, cada uno a su manera.


István (Esteban), el hermano de Erzsébet, es un sádico y un ladrón, incluso en aquellos tiempos escandalizaba a la gente, murió sin descendencia. Su tío, de mismo nombre, príncipe de Transilvania, estaba tan mal de la cabeza que en pleno verano se hacía vestir, o más bien forrar, de pieles y le gustaba deslizarse por las calles llenas de arena, en trineo, como si fuera nieve, el pobre confundía el invierno con el verano.



Esteban Báthory, tío de Erzsébet


Un primo de la rama Somlyó, llamado Gábor (según cuentan no se le resistía ninguna mujer) eligió a la única que estaba prohibida, su hermana Anna, y repitió el incesto numerosas veces con ella, que le correspondía. De la relación incestuosa nacieron dos hijas, que por problemas de sangre murieron temprano con nueve y doce años respectivamente. También se rumoreaba que mantenía una relación amorosa con la propia Erzsébet. Aquel Gábor murió asesinado en las montañas.
Otro tío llamado también Gábor que vivía en Ecsed, decía que tenía el demonio metido en el cuerpo, sufría auténticas crisis de posesión en las cuales se arrastraba por el suelo y mordía (a los Báthory les encanta morder por lo que se lee de todos ellos).


Una de las familiares más célebres fue la tía paterna de Erzsébet, Klára Báthory, hija de András IV, que tuvo cuatro maridos y se volvió "indigna" del apellido Báthory.
Dicen que hizo morir a sus primeros esposos, con certeza de sabe que mandó asfixiar al segundo de ellos mientras dormía en su cama. Los siguientes fueron Johán Betko y Valentín Benkó de Paly. 
Le encantaban las relaciones lésbicas tanto como las que mantenía con sus numerosos amantes (se cree que también asesinó a algunos, pero no hay constancia fiable sobre esto).
Al final encontró un amante mucho más joven que ella, al que regaló un castillo, aunque la cosa terminó muy mal.
Los dos fueron capturados por un pachá, al amante lo ensartaron en un espetón y lo asaron, a ella la violó todo el pelotón turco, pero no murió por eso, la apuñalaron al terminar. Como podéis imaginar, Klára fue una gran influencia para Erzsébet, ella siempre buscaba su compañía y le encantaba que su tía fuera a visitarla, se cree también que gracias a ella surgieron en su cabeza las ideas de probar la bisexualidad y que lo mejor de los amantes no es esconderse, sino exhibirlos en público.



Segismundo Báthory, primo de Erzsébet



Segismundo Báthory, rey de Transilvania en 1595, primo de Erzsébet, destacó por sus locuras y hacerle la vida imposible tanto a sus súbditos como a su pobre esposa. Se rumorea que tuvo relaciones con su prima no mucho tiempo después que esta se casara.
Vendió Transilvania a Rodolfo II, después a los turcos, donó su reino a su primo András Báthory para quitárselo rápidamente. Se casó con María Cristina, princesa de Austria el 6 de agosto de 1595, para así mejorar su alianza con la Casa de Austria. Lo malo era que su mujer le repugnaba hasta tal punto que según él, solo podía aullar cada vez que la veía, llegó a declararse impotente (suponemos para evitar cualquier tipo de roce con su esposa). Cada noche veía a su alrededor fantasmas que su mujer no distinguía por ninguna parte. Al final huyó a Polonia lejos de su esposa, el destino de María Cristina fue cruel, ya que por culpa de su esposo fue encerrada para el resto de sus días en un convento de clausura, sin posibilidad de amar a nadie.



María Cristina de Habsburgo, esposa de Segismundo




András Báthory, primo de Erzsébet


El primo de Erzsébet, mencionado arriba, András Báthory, que accedió durante un breve periodo de tiempo a ser rey de Transilvania, tuvo una muerte horrible. Lo asesinaron a hachazos en un glaciar. Encontraron su cabeza cortada, se le cosió al cuerpo, y lo expusieron con una gran ceremonia, rodeado el cuello por un lienzo en la iglesia de Gyulalehervár.

Ante estos antecedentes familiares resulta difícil destacar en la historia, Erzsébet los supera y lo consigue sin esfuerzo (aunque no es algo que sea precisamente bueno o digno de admiración).

La Condesa se muestra siempre orgullosa de su apellido y sus influencias, en su juventud amenazaba al que le llevara la contraria con que su primo Segismundo pondrá las cosas en su sitio cuando Erzsébet se acercaba a la cuarentena cambió en sus amenazas el nombre de su primo Segismundo por el de Gábor.



Continuará....




Bibliografía:



Alejandra Vallejo-Nágera: Locos de la historia.
La Esfera de los Libros, S.L. 2007.


Valentine Penrose: La Condesa Sangrienta.
Ediciones Siruela, S.A. 1987, 1996, 2008.


Alejandra Pizarnik: La Condesa Sangrienta.
Libros del Zorro Rojo, 2009.

Imágenes procedentes de: wikipedia.org


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jueves, 10 de marzo de 2011

Realidad de pesadilla: Erzsébet Báthory 1ª Parte




Aquí estamos otra semana más. Tenía muchos personajes en la cabeza y no sabía cual elegir, y aunque la corte francesa no deja de ser muy interesante, esta vez voy a escribir sobre alguien que no tiene precedentes. Ella tiene el record Guinness de muertes en serie, con 650 reconocidas, y otras tantas que no se han registrado pero que no por eso dejan de existir. En teoría Erzsébet no era consciente de esto, puesto que por su rango, ella creía plenamente que tenía derecho y nunca entendió por que se la condenó.

Hay otra cosa en Erzsébet Báthory que llama la atención, con ella realmente se aplica el dicho de "las apariencias engañan", ya que tras su aspecto mojigato y delicado, se esconde un secreto inmensamente oscuro, una verdad que ni en nuestras peores pesadillas podríamos creer.

Este relato narra de forma literal la naturaleza cruel de una mujer desesperada por no envejecer nunca, unas torturas que ni pensamos existen, pero que ella no duda en aplicar diariamente a sus víctimas.



Así pues, comenzamos con la vida de Erzsébet Báthory, Isabel Báthory en castellano.







Orígenes de los Báthory:


La familia Báthory es tremendamente antigua y también popular (tanto en lo bueno como en lo malo), y es precisamente por tantas relaciones familiares entre ellos, por lo que todos los Báthory son crueles, lujuriosos, valientes y lunáticos.

El originen del apellido Báthor, significa valiente.

El encumbramiento de la familia, cuya primera posesión se encuentra en la aldea de Gut, data del Rey Salomos (1063) y del duque de Geza (1074). Distintas actas reales de donación, datan del 1326 y dan fe del constante favor de los soberanos hacía la familia.

Pedro Báthory fue canónigo pero se negó a recibir órdenes y se desvinculó de la Iglesia, fue el antepasado de la rama Báthory-Ecsed, en el condado de Száthmar, en el nordeste. Aún pueden verse las ruinas del antiguo castillo de los Báthory a la sombra de los Grandes Cárpatos. Por mucho tiempo se conservó allí la auténtica corona de Hungría, la de San Esteban con la cruz inclinada. Juan Báthory fue el fundador de la rama Báthory-Somlyó en el oeste, en la región del lago Balaton. Las dos ramas siguieron distinguiéndose:

Esteban III, palatino de Hungría durante el reinado de Fernando I, Esteban IV "el de los pies grandes".

Los padres de Erzsébet son primos: Jorge y Anna, pertenecientes a la rama de Ecsed él y Somlyó ella; sus primos por parte de Somlyó eran reyes de Polonia y Transilvania respectivamente.



Infancia:



Erzsébet Báthory nace en Hungría el siete de agosto de 1560, tenía tres hermanos (Esteban, conocido como El Cruel, Clara y Sofía), aunque no se sabe demasiado sobre estos.

La pequeña fue criada con nula atención en su cultura, ya que hasta que no llegó con once años a casa de sus suegros no aprendió a leer y escribir. Además se la consideraba muy hermosa y le encantaba que sus sirvientas se lo dijeran a menudo. Se sabe que siempre mostró un carácter muy fuerte, se enfadaba por poco. Cuando jugaba con sus primas las golpeaba, y también a sus criadas (bromas macabras y travesuras a sus primas y primos detalladas en la quinta parte de esta biografía).

El sueño de la niña es típico en su edad, tener trajes bonitos, asistir a fiestas y ser el centro de atención en la corte de Viena.

Además la permitían hacer todo lo que se le antojaba y su naturaleza agresiva y cruel se mostró desde muy joven.

Sufría de fuertes jaquecas y sus gritos retumbaban por el castillo, ella hacía llamar a sus sirvientas, cuanto más entradas en carnes mejor, después se abrazaba a ellas fuertemente y las mordía el hombro con todas sus fuerzas, arrancando el trozo de carne y masticándolo, mientras escuchaba los gritos de la pobre sirvienta, que mágicamente, calmaban sus dolores.

Otro método al que estaba acostumbrada Erzsébet desde niña para aliviar sus migrañas era el que consistía en ponerle sobre la frente, un pichón vivo al que abren las entrañas en el acto junto a su cama, si no está caliente, ella no nota ningún alivio.

Cuando Erzsébet sufre jaquecas, los criados confiesan sentirse aterrados y dicen escuchar alaridos durante horas, en ese estado es casi imposible acercarse a la niña, ya que entra en tal histeria que además de morder, araña y arranca el cabello del valiente que se le acerque, esta costumbre aunque más adelante intenta ser corregida por su suegra, para desgracia de las sirvientas... no desaparecerá durante el resto de su vida.

La pequeña Erzsébet va creciendo... se vuelve adicta a talismanes, conjuros, pócimas de mandrágora y belladona, hierbas de condición alucinógena (que en aquella época son usados para mermar el dolor de parturientas y heridos de guerra), de esa forma, desde muy pequeña, se aficiona a las drogas, hechizos y a la brujería, haciéndose completamente dependiente.

Se comenta que la joven solo teme a los espacios cerrados y a la oscuridad, de ahí a que siempre este rodeada de candelabros encendidos. También se decía que era más valiente que muchos hombres, y que de joven fue mordida por un lobo al que ella misma había alcanzado con una flecha. Pensando que estaba muerto se acercó a él, arrodillándose junto al animal. Pero en un último reflejo, el lobo giró su hocico y la mordió ligeramente en una mano. Automáticamente Erzsébet desenfundó su cuchillo y le cortó el cuello de un tajo mientras lo maldecía. Luego, sin preocuparse por su herida, acercó su cara al lobo y dijo:

-Te vagy enyém baty, bocsánát... Voltál hüyle...
"Perdóname hermano. Fuiste tonto..."


Preparación antes del matrimonio:




Cuando tiene diez años el padre de Erzsébet muere, dejando a Anna con numerosos hijos de anteriores matrimonios y de este último. Al tener varias hijas a las que casar, para asegurar el futuro de cada una de ellas, la madre de Erzsébet decide enlazar el destino de la niña con otra familia que asegurará su porvenir.
A los once años Erzsébet es prometida con Ferencz (Francisco en castellano) Nádasdy que cuenta con dieciséis primaveras, un enlace realmente redondo y ventajoso para ambas familias.



Ferencz Nádasdy II
Nacido el 6 de octubre de 1555


Como es costumbre en la época, la pequeña es enviada con sus suegros (al castillo de Sárvar) para que sea educada como una buena esposa.
Orsolya (Úrsula en castellano), la somete a una esmerada disciplina cultural e intenta transmitirle el espíritu familiar que se muestra en su hogar. Aunque en aquella época no era lo común en los matrimonios concertados, los padres de Ferencz se adoraban con fervor, un cariño puro y tierno, escribiéndose cartas a diario (algunas pueden leerse hoy en día).

La relación de Orsolya y Erzsébet nunca será buena.

Esto se debe a varios motivos, probablemente por que cuando la pequeña llega al castillo de sus suegros, está acostumbrada a hacer lo que se le antoja y no se le da muy bien eso de "aceptar órdenes". Por otro lado, cuando su suegra ve como trata a las sirvientas, y sus remedios para las jaquecas, debió sentirse verdaderamente horrorizada e intenta siempre por todos los medios corregir esas insanas costumbres (aunque nunca lo consigue).


Si hay alguna palabra que describe la estancia de Erzsébet antes de su boda, es la de "aburrimiento" y lo expresa a menudo. No puede tomar decisiones propias ya que Orsolya le dice constantemente que debe hacer, que ropa debe ponerse, como debe hablar y a donde debe ir. La niña se harta enseguida de la situación y escribe a sus padres que la saquen de allí, ellos siempre contestan que aguante el aburrimiento hasta la boda, pues después cambiarán las cosas.
Orsolya enseña a su nuera todo lo que puede para que sea una buena esposa para su hijo (aunque este no estaba muy por la labor de casarse, su madre le convence de que no hay felicidad sin matrimonio, y al ser el único varón, no tiene mucha opción).

Erzsébet con ayuda de su suegra aprende a leer, escribir (como su marido había hecho con ella), hablar tres idiomas, las órdenes que hay que dar para que las alacenas estén limpias, la ropa de la casa y mesas azafranada o blanqueada como es debido y doblada y prensada en cuadros lo más pequeños como resulte posible. También le enseñan a bailar, a ser coqueta y lavarse a menudo, perfumarse ella misma y perfumar también las habitaciones, a vestir con elegancia, a ser elegante en las fiestas, a blanquear su piel y teñir su cabello de rubio.

Cambió su color de pelo gracias a una laboriosa receta italiana, debía lavarlo diez veces al día con azafrán, camomila y ceniza. En invierno era necesario poner el pelo húmedo al calor del fuego y en verano a los rayos del sol, el rostro bien protegido bajo cremas y ungüentos hechos de maceraciones de hojas de beleño, estramonio y belladona, plantas venenosas pero que blanqueaban la piel.
Los esfuerzos de Orsolya darán sus frutos, ya que Erzsébet destacará en todos los círculos sociales y fiestas bastante más que su futuro marido.

Después de cuatro años de estrictas enseñanzas, al cumplir los quince, Erzsébet se casa con Ferencz.



Actos de Rebeldía antes de la boda:



Aunque Erzsébet se comportaba como una niña mimada y tozuda, hubo una guinda final antes de su matrimonio que casi lo echa a perder. No se sabe porque lo hizo, por puro aburrimiento, lujuria o venganza.

El caso es que cuando tiene catorce años pide a su suegra permiso para ir a despedirse de su madre, Anna, pues la boda estaba ya cerca. Marchó hacia su antiguo hogar, acompañada de una única dama.
 La sorpresa se la encuentra Anna cuando descubre con horror que su joven hija está embarazada de un campesino, aunque hizo frente a la situación con buen criterio. Temía más que nada el escándalo y la ruptura de tan beneficioso matrimonio con los Nádasdy, así que tomó una decisión.

Se llevó a Erzsébet a un castillo lejano, por Transilvania y dejó correr la voz de que la novia adolescente sufría una grave enfermedad contagiosa. Cuidaron a Erzsébet su madre, aquella mujer venida de Csejthe y una comadrona que había jurado guardar el secreto. Nació una niña a la que llamaron Erzsébet. Y Anna Báthory dejó bajo custodia, junto con una generosa renta, a aquella mujer que había acompañado a su hija desde Csejthe y había presenciado el parto. Hizo venir a su marido y ambos se quedaron con la niña.
A la comadrona la envió a Rumanía con una suma de dinero que le permitía vivir cómodamente, pero nunca podría volver a Hungría. Anna y Erzsébet, según se dice, fueron después directamente a Varannó donde se celebraría la boda.

Hay otros que comentan que no fue un campesino quien la dejó embarazada, sino un sirviente llamado László Bende, fue salvajemente castrado y arrojado a los perros, por el propio Ferencz que tendría unos 19 años, pero en principio al haberse mantenido el secreto, no debería haber sido descubierto y sería más lógico pensar que pudo huir al ver que la joven se marchaba del castillo intuyendo la que podría caerle encima si se enteraban el embarazo, también dicen que el bebé fue asesinado para no dejar rastro del pecado de Erzsébet.



La boda:


Los Nádasdy habían cambiado y vendido algunos castillos para comprar el de Csejthe, había sido propiedad de Matías Corvino y Maximiliano II de Austria, que se lo vendió a Orsolya Kanizsay y Ferencz Nádasdy por la suma de 86.000 florines austríacos. Compraron al mismo tiempo otras 17 aldeas y castillos.

Para una boda, era costumbre escoger el lugar más cómodo y hermoso. Léká y Csejthe en sus montañas escondidas no lo eran demasiado, bajaron al sitio más cercano que encajaba con las necesidades para el enlace, Varannó. Estaba situado al borde de la llanura. El 8 de mayo de 1575, Ferencz y Erzsébet se casaron.

No hay mucha información de ese día, la descripción que tenemos en la siguiente:

Las damas nobles de Hungría no acostumbraban a maquillarse. Erzsébet se erguía toda de blanco y perlas, muy pálida bajo sus oscuros cabellos y su mirada profunda inmersa en la lejanía. En el día de su boda estaba enfadada (como de costumbre), sus damas de honor se esforzaban por ajustarle el pesado traje nupcial, ni del todo húngaro ni del todo oriental, muy pomposo, cuyo raso se comprimía con rombos de hilos de perlas.
También llevaba de enormes perlas el collar y los pendientes, que hacían resaltar su tez mate y sus grandes ojos negros. Las mangas eran anchas, y bajo las ropas, en partes de lo más variadas, iban cosidos talismanes para ser amada, fecundada, para gustar siempre y para que su belleza fuera siempre la de aquel magnífico día.





Continuará....






Bibliografía:


Alejandra Vallejo-Nágera: Locos de la historia.
La Esfera de los Libros, S.L. 2007.


Valentine Penrose: La Condesa Sangrienta.
Ediciones Siruela, S.A. 1987, 1996, 2008.


Alejandra Pizarnik: La Condesa Sangrienta.
Libros del Zorro Rojo, 2009.

Javier García Sánchez: Ella, Drácula.
Editorial Planeta, S.A., 2006.

Imágenes procedentes de: wikipedia.org

jueves, 3 de marzo de 2011

La Princesa Palatina 4ª y última parte.



Hola una semana más.
Os dejo con el cuarto y último episodio de la extraordinaria vida de Liselotte.
Aún estoy pensando cual será el próximo personaje al que dedicaré algunas líneas, aunque ya tengo algunas ideas rondando por mi cabeza :).


Desengaños familiares:


Una de las cosas más claras en la vida de Liselotte, es la cantidad de situaciones que tuvo que aguantar a lo largo de su vida en la corte. Comenzó con un marido homosexual, borracho, inmoral, y siguió con un cuñado que no le importaba estar con cuatro mujeres a la vez y que se matasen entre ellas.
Otro golpe de destino le aguarda a Madame, y es observar como su amado Felipe(su hijo favorito) pasa de ser una excelente opción para el trono francés, alguien culto y preparado, a convertirse en el retrato de su padre (versión heterosexual), así describe a su propio hijo Madame: "Se dedica a zampar, a emborracharse y a ir de putas". La pobre mujer solo puede afrontar un disgusto tras otro.

Quizás se sienta culpable de la situación, ya que ella misma autorizó a que instruyeran sexualmente a su hijo a temprana edad, por temor a que saliera homosexual como su padre, así lo relata Liselotte en una de sus cartas:
"A los trece años, mi hijo es ya todo un hombre. Una dama respetable le ha instruido", si en ese momento sintió alivio por saber que el hijo no se parece a su padre en gustos sexuales, fomentó su vicio por el sexo demasiado temprano con las terribles consecuencias actuales.

Para más inri, cuando el chico cumple quince años arde en deseos de enseñar sus dotes a una niña de trece años hija del conserje de Paláis Royal, además la deja embarazada, el padre de la niña hecho una furia reclama a Liselotte, quien a carcajadas se declara muy feliz de saber que su hijo realiza tan hermosos regalos a las jóvenes. Durante un tiempo, Madame se hará cargo del "regalo" que hace su hijo a la joven Léonore (que así se llama la embarazada).

En una de las cartas que escribe Liselotte, exculpa a su hijo diciendo:

Los jóvenes de aquí están increíblemente inclinados al libertinaje y al vicio. Mienten, hacen trampas y consideran una desgracia el ser honorables; se dedican a zampar, emborracharse, decir palabrotas y admirar a quien, entre ellos, es el más grosero.(Carta escrita en Versalles el 2 de agosto de 1686)

Además Madame emplea un agudo sentido del humor cuando las faltas de su hijo son imperdonables: "Las hadas acudieron a mi alumbramiento, concediendo cada una un talento a mi hijo, que los reunió todos". Desgraciadamente se había quedado olvidada un hada vieja que, llegando después que las otras, exclamó: " Tendrá todos los talentos, salvo el de hacer buen uso de ellos".


Felipe II de Orleáns, hijo de Madame y Monsieur.


Para terminar de hacerle la vida imposible, cuando su hijo cumplió 18 primaveras, Luis XIV decidió casarle con una de sus propias hijas, Françoise-Marie de 14 años de edad, y la madre es nada más y nada menos que la duquesa de Montespan.
Madame, al conocer el propósito del rey se indignó pero no se atrevió a decirle nada, sabiendo que no podía contar con el apoyo de su marido (que no se enfrentó a su hermano hasta poco antes de su muerte, diciéndole: «Sin sacar ningún provecho de este matrimonio, Felipe no conservará más que la vergüenza y el deshonor».

Liselotte mostró su descontento cuando le comunicaron la noticia, dando la espalda al rey tras haberle hecho la reverencia, a continuación su hijo Felipe sale tras ella y le agarra la mano con intención de besarla para que no se marche, ella le propinó con esa misma mano una enorme bofetada delante de toda la corte, el sonido retumba por toda la sala, el pobre príncipe no sabe qué cara poner.
El Rey al ver la escena hace un gran esfuerzo retorciendo su barbilla para no romper a reír.

La Princesa Palatina comenta su desdicha en esta carta:

Mis ojos terminaron tan cargados e hinchados que apenas puedo mirar a través de ellos (...). He estado tan contrariada que podría haber vomitado la noche entera.
(Carta escrita en Versalles el 10 de enero de 1692)

Madame odia a los bastardos más que ninguna otra cosa, también a las amantes del Rey, y le toca por nuera una combinación de ambas cosas.
Liselotte describe a Montespan como "una basura, una ramera"(palabras de una carta a su tía, la duquesa Sofía el 14 de abril de 1688). Comenta también "me hierve la sangre cada vez que veo a uno de sus bastardos".

Las cenas a las que obliga a asistir el Rey a Madame y su hija Françoise (la futura nuera de Liselotte), no pueden ser más tensas, así describe Madame a su nuera:

Extremadamente enfermiza, sus ojos tienen un aspecto tan pesado que temo que se vuelva ciega algún día. Pero sobre todo es hija de un doble adulterio, y encima también es hija de la mujer más bruja y desesperada que existe en la tierra.
(Saint-Cloud, 14 de abril 1688)



 Francisca María de Borbón, hija de Luis XIV, nuera de Madame.



La noticia recorre toda Europa y los familiares de Liselotte temen por su futuro en Francia, ella les tranquiliza escribiéndoles esta carta:

Intento poner la mejor cara posible y finjo satisfacción que, francamente, estoy lejos de sentir. (...) En lo que concierne a mi futura nuera, creo que no tendré problemas para acostumbrarme a ella, puesto que no nos vemos lo suficiente para que resulte un fastidio. Decir buenos días y buenas noches ocupa muy poco tiempo.
(Carta escrita en Versalles, 10 de enero de 1692).


Como guinda, Liselotte debe tragarse la gran repulsión que su nuera le produce, ya que es la encargada de entregarle camisón en la noche de bodas de su hijo.

Además debe ver como el matrimonio de su hijo no es feliz, y éste sigue aumentando su número de malos hábitos, así lo expresa:

Me produce gran lástima ver a mi hijo abandonarse en los brazos del libertinaje, en las malas compañías, en el despilfarro y la insensatez; aunque no me sorprende que lo haga dado cómo le han tratado. (Versalles 16 de marzo de 1698).

Una vez más quita cualquier culpa que pueda tener su hijo y culpa de su desdicha a su nuera y su cuñado Luis XIV, siendo los causantes de los males propios y de Felipe.


Además Madame comenta de su nuera:

En cuanto a la mujer de mi hijo, no puede quejarse de mí, puesto que la trato bien y con educación, pero en toda mi vida conseguiré quererla, pues es la mujer más antipática del mundo entero; su figura está completamente desfondada, su cara es horrible, todo cuanto hace resulta desagradable y encima ella se cree bella, se acicala todo el tiempo y va llena de aceites y cosméticos. (...) Confieso que me resulta agotador tomarme tanto esfuerzo con ella. (Saint-Cloud, 7 de agosto de 1692)

Debemos suponer que dichos esfuerzos que comenta Liselotte, seguramente no vengan de su propia voluntad, sino de su cuñado Luis XIV para mantener la familia unida aunque solo sea en apariencia, más aún tratándose de su propia hija.


Últimos años:


Madame, alrededor de cincuenta años.


El resto de la vida de Madame transcurre en segundo plano, por mucha rabia que le dé, solo le queda ver como su hijo y su nuera educan a sus nietos de forma desastrosa y hacen vidas separadas a excepción de sus obligaciones en el dormitorio.
Culpa al matrimonio de su hijo de su tristeza, dice que le ha destrozado la vida entera y que ha destruido su alegre disposición natural.

Liselotte denuncia así la situación de sus nietos:


Nunca he visto niños tan miserablemente educados como mis nietos. Un día pregunté a su aya por qué no estaba criando a estos niños como hizo con mis propios hijos y ella me contestó; con sus hijos yo contaba con su apoyo, pero cuando empecé a preocuparme de éstos su madre se reía en mi cara, a coro con sus hijos, cada vez que yo presentaba una queja. Por eso ahora les dejo hacer lo que les da la gana. (París, 9 de diciembre de 1717)


Y tiempo después añade:

La desastrosa crianza de mis nietos es una desgracia para este país. Mi nuera les deja hacer exactamente lo que les da la gana hasta que cumplen veinte años (...) yo no voy a torturarme intentando hacer lo que su madre ha deshecho.
(Saint-Cloud, 25 de septiembre de 1720).


Así pues, la relación de Liselotte con sus nietos tampoco es muy cercana, dada la relación con su nuera y la educación nefasta o más bien inexistente que reciben las criaturas.

Una de las nietas de Liselotte (a la que también dedicaré unas líneas en el blog), llamada Mlle. de Montpensier (la niña no tuvo nombre hasta que, al casarla, se dieron cuenta de que no tenía nombre! se lo pusieron sobre la marcha, siendo Luisa Isabel, Luis por el Rey y Isabel por su abuela, Madame) llegará a ser reina de España durante un corto periodo de tiempo y quedará en la historia española como la reina exhibicionista.



Luisa Isabel de Orleans 1724, nieta de la Princesa Palatina.


Liselotte describe así a su nieta y el momento de la partida de la pequeña a España:

No puede decirse de Mlle. de Montpensier sea fea; tiene los ojos bonitos, la piel blanca y fina, la nariz bien hecha aunque un poco delgada, la boca muy pequeña. Pero de todas, es la niña más desagradable que he visto en mi vida. Todas sus acciones, bien hable, bien coma o beba, impacientan cuando se presencia. Ciertamente no he derramado una lágrima, ni ella tampoco, cuando nos hemos dicho adieu. (Saint-Cloud, 6 de diciembre de 1721)


La Princesa Palatina sobre el año 1713


La vida de Liselotte se apaga el 8 de diciembre de 1722, con setenta y un años, llevándose al otro mundo una fama fatal que le acarrea el siguiente epitafio: "Aquí yace la ociosidad, la madre de todos los vicios"; los franceses la culpan de haber educado de forma pésima a ese regente (Felipe) que aguantan a duras penas. Felipe jamás en toda su vida, querrá a nadie tanto como quería a su madre, no logra ocultar sus lágrimas al recordarla. Sin el apoyo de su madre, a Felipe solo le queda esperar al declive.





 


Bibliografía:


Alejandra Vallejo-Nágera: Locos de la historia.
La Esfera de los Libros, S.L. 2007.


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