jueves, 5 de julio de 2012

Pedro el Grande 6ª parte





Rastros de locura:


A medida que va creciendo, algunos brotes de "locura" se hacen más visibles en Pedro.
El ministro de Prusia informa a su rey:

No hay explicación suficientemente clara para que Su Majestad comprenda la inestabilidad y la negligencia con la que se tratan aquí los más importantes asuntos. F.C. Weber pp93-95


El ministro presencia las crisis epilépticas, desmayos etílicos y perdidas de conciencia del Zar.
Todo esto va enturbiando la fama de Pedro. Los altos cargos de la iglesia ortodoxa aprovechan estos hechos para decir que el Zar es el mismísimo anticristo.

La única que consigue poner paz ante la violencia y ataques de epilepsia del Zar, es su favorita, Catalina (que termina siendo su esposa y Zarina). Aún así Catalina no se libra de la crueldad de Pedro.
Éste sospecha que su querida favorita le es infiel con William Mons, (hermano de otra de sus favoritas, Anna Mons, mencionada en el capítulo 4). Pedro manda ejecutarlo sin comprobar si los hechos que el cree son reales. Después ordena colocar la cabeza del desdichado en el dormitorio de Catalina, para hacerle recordar que no debe ponerle celoso, algo similar hizo con su hermanastra Sofía en el pasado.


Gracias a su paciencia y habilidad, Catalina consigue reinar en solitario cuando Pedro fallece, llegando a ser la primera emperatriz de Rusia.

Catalina era la hija de unos campesinos livonios y se ganaba la vida como prostituta. Siendo adolescente vagaba por los campamentos del ejército de un lecho a otro. Su destreza como amante le permitió ir "ascendiendo" hasta llegar a la cama del mismísimo Zar.

Pedro no se casó con ella por su gran conversación, Catalina era iletrada y a penas chapurreaba ruso. Las cualidades de Catalina eran la valentía de enfrentarse al Zar y poder aplacarlo.


Por culpa del maltrato que sufrió Pedro en su infancia y adolescencia por parte de su padre y su hermana Sofía. Pedro sufre el síndrome de Tourette, lo que produce en él movimientos involuntarios, bruscos, tics, como describen algunos:


Filipo Baltari, un joven italiano que visitó la corte de Pedro, contaba:

El zar Pedro era alto y delgado, no robusto. Su pelo era fuerte, corto y marrón oscuro; tenía grandes ojos con largas pestañas y una boca bien formada, aunque el labio inferior estaba ligeramente desfigurado. Para su gran altura sus pies parecían muy estrechos. Su cabeza a menudo se echaba hacia la derecha por convulsiones.

El pintor Valeri Serov comentó la siguiente descripción de Pedro:

Daba miedo: largo, en pequeñas piernas delgadas de alambre, y con la cabeza tan pequeña en relación con el resto de su cuerpo que parecía más algún tipo de muñeco que una persona viviente. Sufría de un constante tic y siempre estaba haciendo muecas: guiñando los ojos, frunciendo la boca y la nariz y moviendo la mandíbula.





Continuará:






Bibliografía:



Alejandra Vallejo-Nágera: Locos de la historia.
La Esfera de los Libros, S.L. 2007.



Merejkowshy, Dimitri: PEDRO I EL GRANDE.
Rústica editorial. 1910.

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