viernes, 2 de septiembre de 2011

Rasputín y los Romanov 10º Parte










Últimos años:





En 1914 comienza la primera guerra mundial. Rasputín manda numerosas cartas repletas de faltas de ortografía, pidiendo que no participe en la guerra y solicitando que Rusia no tome parte en todo aquello, sus visiones le habían mostrado así.


La Zarina presiona a su marido con motivos religiosos en los que no deja de mencionar a Grigori: ¿Por qué no confías en nuestro Amigo, el que nos guía por designio de Dios? Limítate a obedecerle más. Él vive por ti y para Rusia.


Pero Nicolás tiene muchas presiones por parte de otros países y viaja al frente para combatir contra los alemanes, nación de donde procede Alejandra y sigue amando (la Zarina) por encima de Rusia, cosa que el pueblo siempre le echó en cara. Esto crea un ambiente familiar poco propicio, el Zarévich, por ejemplo, llora diciendo: "Papá llora cuando pierden los rusos y mamá lo hace cuando pierden los alemanes ¿Por quién tengo que llorar yo?".



Al estar el Zar fuera, Alejandra decide tomar las riendas del gobierno y conservarlo autocrático para su hijo Alexei, eso representa un paso más hacia la tumba de Rasputín y los Romanov, pero ninguno de ellos sabe aún hasta que punto sus acciones les condenarán cada vez más.

Así que en ausencia del Zar, ella toma las decisiones, siempre influenciada por Rasputín, el pueblo interpreta a Rasputín como el Zar, cosa que les llena de ira, y Alejandra a modo de marioneta, y además traidora.




Rasputín y Alejandra


Alejandra comienza a enviar cartas al Zar con las indicaciones que le da Rasputín:

¡Alma mía! Rezo a Dios para que comprendas lo que vale el respaldo de nuestro Amigo. Sin él no sé qué sería de nosotros. Es nuestra fortaleza y nuestro amparo.
Antes del consejo de ministros, no olvides tomar en tus manos el pequeño icono que nos ha dado nuestro Amigo, ni peinarte varias veces con su peine.


En otra carta le dice:

Sé que nuestro Amigo nos lleva por buen camino. No tomes ninguna decisión importante sin decírmelo. ¡Cómo me gustaría verter mi voluntad sobre tus venas! La virgen está sobre ti, contigo: ¡recuerda la visión de nuestro Amigo!



Si recordamos que la Zarina es la marioneta de Rasputín, con esas cartas vemos que el Zar es la marioneta de la Zarina....


Con tantos "hilos" el pueblo no tarda en protestar públicamente y se aglomeran en la Plaza Roja de Moscú, piden a gritos la abdicación del Zar, el arresto de la Zarina y la ejecución inmediata de Rasputín. Además quieren que el tío de Nicolás, que se llama como él, ascienda al trono ruso. El pueblo grita todo tipo de injurias contra Rasputín y los Zares, en especial contra la Zarina a la que llaman "puta alemana".





Isabel de Hesse, hermana de Alejandra.


En una de las manifestaciones es agredida la hermana de Alejandra, Elizabeth(Isabel), que vive en el convento de Santa María y Santa Marta, fundado por ella a causa de la muerte de su esposo, el Gran Duque Sergio, en un atentado en Moscú. Ésta va inmediatamente a rogar a su hermana que se aleje de Rasputín. Pero la Zarina recibe a su hermana con trato gélido, "No fue buena idea venir" comenta Elizabeth, "En efecto" confirma Alejandra. Jamás volverán a dirigirse la palabra. Isabel de Hesse murió ajusticiada por los comunistas al poco de caer la monarquía rusa.




Nicolás Nikoláyevich Romanov, tío del Zar




Rasputín ve en Nicolás Nicolaievich, recordemos, tío del Zar, aspirante al trono de Rusia, un rival cada vez más duro, toda la familia imperial le apoya y goza del amor del ejército y del pueblo, intenta por medio de la Zarina que Nicolás le destituya y le quite de en medio para la línea sucesoria. Pero el Zar no es tonto y sabe sus límites, aunque tiene poder para hacerlo, sería tener a todos en su contra. No accede a la petición de Grigori que le manda Alejandra. Ésta, enfadada, reclama a su marido:

¡Si pudieras mostrarte más severo, querido! Escucha a nuestro Amigo y confía en él. Es importante que podamos contar no sólo con sus oraciones, sino también con sus opiniones.


El tío del Zar intenta hacer ver a su sobrino la influencia que ejerce Grigori sobre su esposa y lo que esto acarrea en Rusia. Pero Nicolás sigue sin hacer nada, por otro lado, Rasputín va directamente a atormentar la débil mente de Alejandra y la presiona con esta carta:

El Gran Duque jamás saldrá victorioso de la batalla por que Dios no está con él. ¿Cómo puede el Señor estar al lado de alguien que me da la espalda a mí, un Hombre de Dios? Con toda seguridad, si el Duque preserva su poder, terminará matándome, ¿Qué será entonces del Zarévich, del Zar y de Rusia?



Al final las coacciones de Rasputín y Alejandra doblegan al Zar y destituye a su tío del cargo, desterrándolo.

Grigori una vez más triunfa, y no solo eso, hace que Alejandra de instrucciones al Zar sobre que debe de hacer en el frente, por ejemplo:

Debo transmitirte un mensaje de nuestro Amigo, inspirado en una visión que ha tenido por la noche. Te pide que ordenes una ofensiva inmediata sobre Riga (carta del 15 de noviembre de 1915)



Músicos que asisten a las borracheras de Rasputín, a los pocos días son nombrados ministros, el parlamento no tarda en indignarse y quejarse. Cualquiera que caiga bien a Rasputín, consigue un puesto de trabajo en las altas esferas, da igual que no esté capacitado para el puesto, con la aprobación de la Zarina, Rasputín todo lo puede.


En el enorme piso de cinco habitaciones de Rasputín, decorado con todo tipo de regalos de admiradoras, se agolpa la gente para de clase baja para pedir favores al campesino. Rasputín da papeles (recomendaciones) con una letra que parece más bien un garabato, y faltas de ortografía, casi todas las recomendaciones van dirigidas al jefe de cancillería, éste relata:

Un día se me presenta una mujer con una carta de Rasputín en la que decía: "Mi querido muchacho, arréglale el asunto a esta mujer. Grigori”. La dama me explicó que deseaba un papel de prima donna en la ópera imperial. Me costó gran esfuerzo y paciencia explicarle que ese puesto no dependía de mí y que yo no podía hacer nada al respecto.



Llegados a ese punto, dos policías vigila las 24 horas del día la casa de Rasputín, este cree que es para protegerle, pero lo cierto es que tenían orden de seguir e informar a los servicios secretos, de todos los movimientos de Grigori, bastante hartos de su existencia.


Una esposa de un oficial que pide un traslado para su marido, aprovecha a los policías cerca del piso de Rasputín para denunciar lo siguiente:

Una sirvienta me abrió la puerta y me condujo a la habitación en la que me esperaba Rasputín, a quien yo no conocía. Él me pidió que me desnudase inmediatamente. Atendí su deseo y le acompañé al cuarto colindante. No prestó ninguna atención a la petición que yo venía a hacerle. Se dedicó a tocarme los pechos y ordenarme que le besara. Luego escribió una nota en un papel, pero no me lo entregó, diciendo que yo le había desagradado y que debía volver otro día.


El piso de Rasputín ya se conoce como el piso de los milagros. Se ve a Rasputín llegar todos los días ebrio, rodeado de prostitutas y esposas de oficiales. Toda esta información es detallada minuciosamente en los cuadernos de los policías. No se sabe como dichos cuadernos llegan al dominio público y todo San Petersburgo entra en cólera, cuando ya de por sí el ambiente era tenso respecto al tema de Rasputín y la Zarina.


Las páginas corren como la pólvora por toda Rusia, todos saben ya de la veracidad de las orgías y favores que se realizan en la casa de Rasputín, el famoso piso de los milagros.

Pero Alejandra hace caso omiso, además al poco tiempo ocurre el famoso milagro que ya comentamos, el accidente de tren que estuvo a punto de causar a la mejor amiga de la Zarina, Anna Vyrubov, la muerte. Los médicos no la daban esperanzas pero tras la visita de Rasputín se recuperó. Eso afianzó aún más si cabe, la fe que la Zarina tenía en él.



Rasputín


Aún así Rasputín sigue con su vida alocada, sus borracheras son tales que casi todas las noches causa algún disturbio, un testigo en un restaurante de Moscú relata lo siguiente:

Rasputín bailó una danza rusa mientras les hacía estas confidencias a los cantantes: "Este blusón me lo ha regalado la vieja (la Zarina), ¡lo ha cosido ella!". Y, después de la danza: "¡Oh, qué diría mi jefa si me viese aquí!". Exhibió su miembro y, de esa guisa, siguió bailando con las bailarinas. Era así como le gustaba presentarse ante ellas y persistió en su actitud. Dio de diez a quince rublos a algunas de las cantantes, dinero que le entregó su joven acompañante femenina, que después también pagó la cuenta, consumiciones y otros gastos. Hacia las dos de la madrugada, el grupo se separó.






Continuará







Bibliografía:




Colin Wilson: El mago de Siberia.
Editorial Planeta, S.A... 1990.




Alejandra Vallejo-Nágera: Locos de la historia.
La Esfera de los Libros, S.L. 2007.




Imágenes procedentes de: wikipedia.org

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