Otros milagros:
Son muchos milagros los que se le atribuyen a Rasputín, la mayoría asociados a la hipnosis o el chacra, sin embargo, hay algunos milagros "curiosos" que merecen la pena ser mencionados.
Su poder de curación parecía aumentar conforme más gente curaba. Uno de sus éxitos más notables tuvo lugar con la princesa Irina Tatischclev, pariente de la princesa Militza, que asistía a menudo a las veladas de ésta. La princesa era una mujer dulce y agradable de poco más de cuarenta años, pero un enorme bocio la desfiguraba, dándole el aspecto de una rana deforme.
Como resultado, sólo los invitados más amables o más insignificantes le prestaban atención. A menos de una semana del regreso de Rasputín, la princesa tragó una gamba al tratar de seguir una conversación y casi se ahoga. La llevaron a una habitación. Cuando le contaron esto a Rasputín, fue a verla.
Estaba sola, con un viejo sirviente haciendo guardia. Era evidente que sufría y le lloraba tanto que apenas veía quién estaba al lado de su cama. Rasputín le habló para tranquilizarla y colocó ambas manos suavemente a ambos lados de su garganta. La princesa continuó ahogándose un rato más y, de pronto, suspiró largamente y cerró los ojos. Unos minutos más tarde, dormía.
Rasputín regresó a la fiesta, donde conversó con una francesa que estaba convencida de haber sido amante de Napoleón en una vida anterior. En las siguientes semanas, el bocio disminuyó cada día de forma notable...
Cada vez que Rasputín veía a la princesa, lo tocaba suavemente con la punta de los dedos. En la segunda semana de febrero, se había desvanecido por completo. El cambio fue increíble. Esta mujer, antes desfigurada y repulsiva, ahora se mostraba bella y atractiva.
La natural bondad de sus ojos y la dulzura de su sonrisa eran evidentes, ahora que el gran saco de carne se había desvanecido. Al cabo de seis meses, se casó con un brillante abogado, unos años menor que ella, llamado Vladimir Kolchac, y el matrimonio fue muy feliz. Grigori se sintió muy satisfecho al darse cuenta de que él había sido la causa de la dicha de esta encantadora y afable mujer y estuvo encantado cuando le pidieron que fuese padrino de su primer hijo.
Las Grandes Duquesas Olga, Tatiana y a la derecha Anna Vyrubova
Otro de los milagros que también fue muy comentado, es uno que tiene como protagonista a una de sus mayores fans, Anna Vyrubov. El 15 de enero de 1915 el tren en el que viajaba la mejor amiga de la zarina dirección desde Tsárskoie Seló a San Petersburgo, sufrió un terrible accidente, descarriló y Anna quedó sepultada por un amasijo de hierros, sus piernas estaban completamente destrozadas y tardaron mucho tiempo en poder sacarla de aquel infierno, cuando lo consiguieron había perdido muchísima sangre y los médicos dijeron que no sobreviviría más de unas horas. La zarina, que no puede creer en tan terrible noticia, llama inmediatamente a Rasputín.
Grigori llega a las pocas horas gritando ¡Anushka, Anushka!, la enferma abre levemente los ojos y al ver a Rasputín a su lado le susurra que rece por ella. Durante unos minutos Anna no reacciona. A partir de este punto hay dos versiones, la de los testigos, y la de Rasputín.
La de los testigos indica que al más puro estilo de algunos relatos de la biblia sobre Jesús, Rasputín grita a Anna ¡Levántate y anda! Anna se incorpora y al instante se desploma inconsciente. Rasputín se da la vuelta e indica con calma a la zarina: Se recuperará, pero quedará inválida.
La versión que Rasputín cuenta a su hija María no es tan espectacular, solo comenta que rezó durante horas cogiendo la mano de Anna, y que Dios le reveló que viviría pero que no podría volver a caminar.
Este punto no queda del todo claro porque si bien es cierto que Anna se recuperó y a partir de ese momento usó el resto de su vida silla de ruedas, en algunos libros indican que podía andar coja aún después del accidente.
Anna después del accidente, junto con la Gran Duquesa Olga.
Habladurías y rumores:
Cuando los zares ven que Rasputín es el único de curar a su hijo y aliviarle esos terribles dolores que le produce la hemofilia les invade la fe, confían ciegamente en el campesino, y empiezan a pedirle consejo hasta para los asuntos de estado, la nobles rusos pronto se dan cuenta de la influencia de Rasputín y lo ven como una amenaza, a menudo los periódicos rusos publican caricaturas muy críticas sobre él, con los zares en sus brazos a modo de marionetas.
Mofa de Rasputín y los zares publicada en la prensa rusa alrededor de 1913
También se dice que en uno de sus ritos, Rasputín salió a la calle sin ropa y que fue fotografiado y publicado en otro diario ruso.
Se le comunica a la familia imperial de múltiples formas y por diferentes informadores de las fastuosas juergas de su querido amigo, pero ellos hacen caso omiso, y si es uno de los sirvientes tiene queja del monje, es despedido inmediatamente.
La única que parece escuchar es la madre de Nicolás, María, que se alarma en cuanto se entera en una entrevista con el Primer Ministro, Vladimir Kokovtsov de todo lo que ocurre en el palacio.
La entrevista ocurrió así:
- Decidme Vladimiro - exclamó la Emperatriz María - ¿Cuáles son los repugnantes rumores que circulan en la sociedad y en la prensa, relativos a un campesino siberiano llamado Rasputín? Me duele ver el nombre de mi hijo y de mi nuera mezclados en este asunto. Como Primer Ministro debéis estar informado de todo ello.
Kokovtsov se mantuvo en un embarazoso silencio. Era difícil explicar ciertas cosas que no favorecían en absoluto a la familia imperial, al final habló.
- Vuestra majestad sabe- dijo- que el campesino Rasputín fue introducido en palacio por los elementos principales de la iglesia ortodoxa, con el fin de complacer al zar...
- Yo no sé nada, Kokovtsov - interrumpió la emperatriz María - Ya sabéis que vivo, como todos, apartada del palacio, Alejandra y mi hijo llevan una vida solitaria en Tsárskoie Selo. Nada bueno puede resultar para Rusia de todo esto.
Kokovtsov se vio obligado a contar la historia de Rasputín desde sus inicios.
- Nada sé- dijo- de la juventud del campesino. Tan solo que procede de Pokróvskoie, población situada en el distrito de Tobolsk. Desde joven destacó por su extraordinaria devoción religiosa, que le movió a abandonar su familia para recorrer distintos Conventos y Monasterios de aquellas tierras de Siberia.
Se cuenta que su fama se extendió con motivo de ciertas curas milagrosas realizadas por su presencia. Nada hemos podido averiguar con certeza; su vida es confusa hasta su llegada a San Petersburgo, en cuyo seminario conoció a Teófano, que apreció sus extraordinarias cualidades. Teófano le presentó al Abate Hermógenes, que, como Vuestra Majestad ya sabe, se encargó durante cierto tiempo de introducir a escogidos santones y "Yurodivis" a presencia de sus Majestades Imperiales. Hermógenes vio en él la encarnación de la sabiduría popular de los campesinos, y comprendió que sería del agrado del Zar.
- ¿Y con respecto al escándalo aparecido en la prensa? - preguntó la emperatriz María - ¿Qué sabéis de ello?
- Parece ser - contestó Kokovtsov - que Rasputín disputó violentamente con su antiguo protector, el Abate Hermógenes. Este le reprochaba la excesiva autoridad que había logrado sobre los zares, en perjuicio propio. Se exaltaron en la discusión y llegaron a las manos. Rasputín lanzó salvajes juramentos siberianos, a lo que Hermógenes contestó recurriendo abundantemente al vocabulario de la comarca del Volga. Un obispo y varios Monjes asistían a la disputa. La prensa se ha aprovechado ampliamente de este asunto.
- ¿Y el Zar? ¿Qué dice el Zar? - preguntó preocupada la emperatriz.
- El zar nada dice. Parece ser que condenó horrorizado la conducta de Hermógenes. Este Abate, el Obispo que asistió a la discusión y varios religiosos más han sido desterrados. Rasputín se vanagloria ahora de la firmeza de sus relaciones con la corte imperial.
- Es una vergüenza Kokovtsov - dijo la ex Reina - El imperio de Rusia no puede caer en manos de un campesino sin conciencia.
- No es eso todo, Majestad. Hay ciertas personas que poseen cartas dirigidas por Rasputín a la Zarina y a sus hijas. Parece ser que en dichas cartas hay palabras comprometedoras para su Majestad y para sus Altezas Imperiales.
- ¡Qué vergüenza! - dijo, llorando amargamente - ¡La pobre, la desdichada Alejandra no comprende que está desprestigiando la dinastía, y ella misma se pierde en manos de un aventurero cualquiera!
Icono de Rasputín, creado por orden de Alejandra, que lo consideraba un auténtico Santo
Continuará...
Bibliografía:
Santos Bosch: Rasputín
Ediciones G.P. Barcelona 1936.
Colin Wilson: El mago de Siberia.
Editorial Planeta, S.A... 1990.
Imágenes procedentes de: wikipedia.org
Santos Bosch: Rasputín
Ediciones G.P. Barcelona 1936.
Colin Wilson: El mago de Siberia.
Editorial Planeta, S.A... 1990.
Imágenes procedentes de: wikipedia.org
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