jueves, 17 de febrero de 2011

La Princesa Palatina 2ª Parte



Hola otra semana más, esta vez he tenido cambios de horario y mucho trabajo y apenas he tenido tiempo, por lo que la escritura es corta y seguramente le dedique a La Princesa Palatina otro episodio más para terminar la fascinante descripción de su vida.
Continuo por donde lo dejé la semana anterior.
Disfrutad de la lectura!


Problemas conyugales:



Liselotte en su juventud.


El momento del día en el que debe concebir hijos con su marido trae a Liselotte por el camino de la amargura. Ella lo llama "el negocio", sin añadir, aunque lo piensa, "sucio".
Lo cierto es que al hermano del Rey le repugna el contacto físico con su mujer, el simple roce con su piel, que la obliga a colocarse en el borde de la cama con medio cuerpo fuera, si le toca accidentalmente la zarandea durante media hora, a menudo de cae de la cama.

Con tantos problemas resulta un milagro que Madame y Monsieur lleguen a tener tres hijos. El primero es un niño al que llaman Alejandro Luis de Orleans y muere a los tres años.
Después tienen una niña llamada Isabel Carlota de Borbón-Orleans, Duquesa de Lorena y de Bar que termina casándose Leopoldo I. Madre de Francisco I, emperador del Sacro Imperio y abuela de María Antonieta, Liselotte es por tanto su bisabuela.
Por último consiguen el ansiado varón que supera la edad adulta, al que llaman Felipe (Felipe de Orleáns que 41 años después se convertirá en regente de Francia).


Felipe con 15 años, hijo de Madame y Monsieur



La desafortunada María Antonieta, Biznieta de Isabel Carlota del Palatinado.




Vidas independientes:



Una vez han cumplido con su misión de conseguir procrear un varón, son libres, sin ataduras y hacen vidas independientes. Madame, muy contenta, escribe en una de sus cartas:
Sentí un gran alivio cuando se fue a dormir a su propio cuarto y me dejó tranquilamente en el mío; ahora ya no me caeré de la cama y ya nadie va a regañarme.

Monsieur, por su lado, comparte libremente lecho con sus amantes, a los que Liselotte llama "enemigos" por lo bajo, mientras que en alto les anima: "¡Adelante! Engulle los guisantes que a mí ya no me gustan". (A. Forster, p. XVIII)

Monsieur organiza grandes fiestas que no tienen comparación con ninguna otra, llenas de glamour y de juegos prohibidos, excentricidades y gente de todo tipo (psicópatas, gamberros, borrachos, parásitos sociales, jugadores, busconas, prostitutas baratas). En estos eventos nunca es invitada Madame, ni ganas tiene ella de serlo. El único de los requisitos para los asistentes es adular a Monsieur en todo momento.

Una de las anécdotas más interesantes y macabras sobre estas fiestas es aquella en la que se invita por primera vez al coronel Wallon, quien se alegra por este honor.
El pobre hombre no ha imaginado, ni en su peor pesadilla, la que le espera.
El coronel no ha sido elegido como invitado estrella por su historial militar, sino por su prominente barriga. "El Duque imaginó que sería delicioso comer una tortilla sobre el vientre dilatado del coronel" (J.A. Dulaure, p.45.)
Todos los asistentes están encantados con la idea excepto el coronel, a quien le parece una situación más peliaguda que cualquiera de las guerras en las que ha participado.
Al hombre no le queda más remedio que acceder a la petición del anfitrión, se tumba en el suelo y mostrando una resignación digna de una medalla, pone su gran tripa a disposición de una tortilla humeante. Monsieur y sus invitados se abalanzan para engullirla directamente con sus bocas, las manos en la espalda y los dientes clavándose sobre la tortilla y la carne del coronel. Todos se ríes y encuentran divertidísimos los gritos de dolor de la víctima.

Para poner la guinda a la noche, Monsieur y sus acompañantes deciden ir al hogar de una famosa cortesana que tiene un acogedor apartamento. Allí eligen a una de las prostitutas, y realizan torturas que ellos llaman y ven como juegos. Introduciendo en las partes que "pueden imaginarse" petardos y disfrutando del pequeño fuego artificial que sale de la víctima.

Liselotte no soporta las fiestas que organiza su marido, jamás participa en ella, y prefiere no saber las barbaridades que hacen Monsieur y sus amigotes.



Lado maternal:

En cambio, resulta ser una excelente madre, que no solo cría de forma ejemplar a sus hijos, sino que asume el papel de madre de los hijos del matrimonio anterior de Monsieur (con la difunta Enriqueta).
Liselotte es una madrasta (y madre) muy devota a quien se le hace la boca agua cuando hablan de sus hijos (en especial de su favorito, Felipe).
Ella se encarga personalmente de la educación de todos sus hijos, enseñándoles su ironía, falta de respeto por los valores de la Iglesia y una gran curiosidad por las cosas que les rodean. Lo restante de la educación de su adorado Felipe la deja a cargo del cardenal Dubois.
Felipe cumple con las expectativas y resulta ser un estudiante ejemplar, destacando en todas las materias incluidas astronomía, geometría, diferentes lenguas, además adora la música, el arte y la ciencia.



Liselotte con sus dos hijastras.


Acogiendo a las dos niñas como si realmente fueran suyas.
Cuando una de sus hijastras, la mayor, María Luisa, cumple diecisiete años, es prometida sin su permiso, con Carlos II "el Hechizado".
Tanto María Luisa como Madame se sienten terriblemente tristes por esta jugarreta del destino.
Madame la abraza, llora, y le regala dos de sus más preciados perritos para que le acompañen durante su estancia en el infierno español al que su tío la envía (María Luisa no habla español, Carlos II es considerado el hombre más repugnante del momento, y además está secretamente enamorada de su primo, el hijo del Rey, Luis el Gran Delfín).
Liselotte está completamente desolada y pide permiso para acompañar a su hijastra hasta Orleáns. Allí la despide con grandes abrazos y ríos de lágrimas.

Una vez superada la pérdida, Madame se dedica a montar a caballo y cuidar de sus dos hijos, cuando lo normal en la época es que las mujeres de la corte, parir y desentenderse de la criatura.
A la hora de educar Monsieur colabora lo justo, lo que no impide que a veces tome la iniciativa. Os dejo una descripción de uno de esos momentos en una carta escrita por Madame:

Tras cenar nos sentamos los cuatro (la pareja y sus dos hijos) en un cuarto. Después de un largo silencio, Monsieur, que jamás nos ha considerado una compañía lo suficientemente agradable para conversar, soltó un pedo grande y sonoro. Con toda tranquilidad se volvió hacia mí y preguntó: "¿Qué ha sido eso, Madame?".
Yo me volví hacia él, solté otro de similar tono y dije: "eso es lo que ha sido, Monsieur". Mi hijo entonces pronunció; "Si eso ha sido todo, entonces yo me siento capaz de hacerlo igual de bien que Monsieur y Madame", dicho lo cual despidió uno gordo también. Todos nos echamos a reír y abandonamos la habitación.
(Carta escrita en Versalles el 1 de enero de 1693).

Continuará...



Bibliografía:



Alejandra Vallejo-Nágera: Locos de la historia.
La Esfera de los Libros, S.L. 2007.

Imágenes procedentes de: wikipedia.org

2 comentarios:

  1. llego aquí desde el blog de Madame Minuet y creo que voy a quedarme, con tu permiso claro

    un beso

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  2. Hola Maria!!
    Por supuesto que sí! muchísimas gracias por tu visita, un placer tenerte por aquí!!!

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