jueves, 26 de mayo de 2011

Rasputín y los Romanov 2º Parte




Viajes y llegada a San Petersburgo:




Desde algo antes de casarse y después de su matrimonio viajó viviendo solo de la buena voluntad de las personas, visitó monasterios y se interesó por los rituales de algunas sectas, algo que le costó años después una acusación grave, aunque el siempre sostuvo que jamás se unió a ninguna secta y que las escasas relaciones puntuales que tuvo fueron puramente curiosidad. Una de esas sectas se llamaba khlysty (en español, jlystý), a Rasputín le llamó particularmente la filosofía de esta secta porque su fe era que la salvación se obtenía a través del dolor, esto implicaba también espectaculares ceremonias con orgías, lo que encantó a Rasputín, que nunca había sido muy fiel, y su esposa aún sabiéndolo, lo veía como algo natural.


Conoció al padre Macario, un ermitaño, él le dijo que el destino le deparaba algo singular, que sería un santo pero, que si no andaba con cuidado, sería un mártir, esta extraña predicción marcó a Rasputín.


También viajó durante dos años por deambuló por Tierra Santa y Grecia, lo que aumentó aún más su reputación a su regreso.


Rasputín a parte de enriquecerse mentalmente en sus viajes, creó a base de todos los ritos y creencias que había visto un estilo propio muy particular que causaría furor y le proporcionaría muchos adeptos, especialmente en el público femenino.



Finalmente aparece en San Petersburgo en 1903, dos años antes de conocer a la familia imperial, tiene 34 años y un aspecto más bien peculiar. Una melena negra, larga y grasienta, separada con una raya en el medio, una barba larga y descuidada, enredada con restos de comida. Su vestimenta no es mucho mejor, lleva un blusón que le llega hasta la mitad del muslo, un cinturón, botas altas que dejan ver un pantalón ancho.


Su higiene personal no es muy esmerada, cuentan que tenía las uñas negras y que pasaba días sin lavarse.






Una cicatriz cruza su frente, su nariz es grande y sus ojos realmente son profundos y penetrantes, muy pocos escapan a su mirada hipnótica.


En sus viajes ha obtenido renombre y recomendaciones que le serán muy útiles, como por ejemplo, la recomendación del obispo de Kazán que le abre las puertas de la academia de Teología, allí todos quedan maravillados con la fe ferviente del campesino. Ven a Rasputín como alguien capaz de transmitir la fe y hacerla llegar al pueblo de San Petersburgo. El campesino habla de forma iletrada y tosca, lo que le hace aún más creíble, dicen que por su boca habla el alma de Rusia.

El inspector de la academia teológica, llamado Teofán está encantado y decide presentarle al padre Iván Krondsadr, una eminencia con fama de santo, éste ofrece a Rasputín ir a vivir con él, un alojamiento acomodado, comida y le aconseja que se haga sacerdote ya que le abrirán todas las puertas. Grígori acepta todo menos lo último, él sabe perfectamente que no es capaz de memorizar y explicar los evangelios, otro asunto que quiere evitar es el de la castidad, está demasiado bien en su situación actual, con todo a su alcance.

De esa forma, Rasputín es llevado por su anfitrión, Teofán, y acompañado por otros dos sacerdotes llamados Hermógenes e Iliodor, a casa de un primo del Zar. Todos le reciben con una mezcla de asombro y entusiasmo.





Rasputín, Hermógenes, Iliodor 1905



Los asistentes se sientan rodeando a Grígori, este llega a abrumarse por tanta atención de gente de tan alta cuna, sabe que tiene que destacar entre otros religiosos, su vestimenta de por sí, marca diferencia, pero son sus actos lo que realmente le separan del resto. No lanza sermones como los demás, emite frases entrecortadas o sin sentido, invoca a Dios, hace que los oyentes le presten gran atención, cambia de tema sin vacilar, guarda silencio, da la espalda a los asistentes y reza al pie de la ventana, todos se quedan maravillados.

Al "evento" ha asistido Militza, princesa de Montenegro, practicante de brujería y fan del más allá. Grígori capta su atención, le fascina, escribe a la Zarina relatando su encuentro y asegurando que ha encontrado a la persona que podrá ayudarla. El problema de la Zarina no es otro que, después de cuatro partos, con cuatro niñas muy hermosas y sanas, el ansiado heredero no llega y la presión cada vez es mayor, ya que no faltan aspirantes al trono de Rusia.


Los zares, que ya habían acudido antes a charlatanes y supuestos curanderos no hacen más que llevarse desilusiones y ver como el heredero sigue sin llegar. Para fortuna de Grígori, casualmente Teofán es el confesor de la Zarina, habla maravillas de Rasputín, es un creyente honesto y además trae del monasterio de Verjoturie, un icono de San Simeón, la santidad de este es venerada en toda Rusia, con un regalo así, los zares no le ven como un hombre peligroso y convencidos por Militza y Teofán, acceden en recibir al famoso monje campesino.


Una tarde de noviembre en 1905, Rasputín entra al hogar de la princesa Militza, allí será presentado a sus majestades imperiales.






El encuentro con los zares y gran salto a la fama de sanador milagroso:





Para la ocasión aparece como siempre, su aspecto desaliñado, llama con total confianza "bátiushka (papá)" al Zar Nicolás y "mátiushka (mamá) a Alejandra, emperatriz de Rusia. Nada más verla detecta que ella es un manojo de nervios y que Nicolás es un hombre blando que parece pequeño al lado de su esposa.


Comenta con los zares su técnica para ayudar a la gente. Reza mientras piensa fervientemente en la persona desdichada a la que debe ayudar, sin saber el motivo, el señor le ilumina para dar respuestas a la persona que necesita la ayuda. Alejandra queda impactada pero Nicolás sigue reticente. La Zarina escribe en su diario "He conocido a un hombre de Dios, Grígori, de la provincia de Tobolsk".


Grígori pre-dijo el nacimiento del zar, y sin equivocarse, nueve meses después, nació el pequeño Alexei.


Once meses después del nacimiento del zarévich, Rasputín es invitado por segunda vez a tomar el té al palacio imperial. Nada más llegar, Grígori comenta la enfermedad del bebé (hemofilia) como si la conociera de toda la vida, los zares no comprenden como Rasputín conoce la enfermedad, la explicación es sencilla, ocho meses después del nacimiento del bebé recibió una carta de la princesa Militza que revela el secreto tan celosamente guardado.






Para asombro de los zares, aquel rústico campesino, curandero dicen, pide rezar junto a la cuna del niño. Rasputín al contrario que otros que intentaron curar al niño, no se acerca demasiado, ni le impone las manos, ni si quiera le toca, solo le observa y le mira con ternura, se arrodilla en la cabecera, agacha la cabeza, y reza con todo su espíritu, los padres del niño se emocionan. Nicolás escribe a su primer ministro (Stolipyn), su hija menor había sufrido hace poco un accidente grave:



"Este hombre de Dios causó una profunda impresión en la Zarina y en mi. En lugar de cinco minutos, nuestra conversación duró más de una hora. Tiene un enorme interés en conocernos y bendecir con el icono a vuestra hija herida"



La familia Stolipyn lleva meses sufriendo por su pequeña. Haciendo caso a la recomendación del Zar, invitan a Grígori. Al igual que con Alexei, Rasputín se coloca arrodillado junto a la cama de la niña y reza con total concentración, al día siguiente la niña milagrosamente ha dormido plácidamente y ya no grita de dolor. La noticia se expande como la pólvora por todo San Petersburgo.


Además de creer ciegamente en sus poderes como sanador, los zares creen que Rasputín es vidente por saber de antemano la enfermedad del pequeño Alexei.





Continuará...






Bibliografía:






Colin Wilson: El mago de Siberia.
Editorial Planeta, S.A... 1990.




Alejandra Vallejo-Nágera: Locos de la historia.
La Esfera de los Libros, S.L. 2007.




Imágenes procedentes de: wikipedia.org


jueves, 19 de mayo de 2011

Rasputín y los Romanov 1º Parte





Cuarto personaje de este blog de historia, no es un blog exclusivamente femenino, ya que tengo intención de escribir sobre hombres tan carismáticos como Pedro el Grande, Iván el Terrible, Luis XIV o Enrique VIII.
Esta semana aún no es el turno de ninguno de los mencionados arriba, como ya fui anunciando hace tiempo, llega el turno del controvertido y carismático Rasputín, un hombre juzgado por muchos y entendido por pocos.
Se lanzaron sobre él cientos de rumores, muchos de ellos descabellados. He leído unos cuantos libros sobre él y tengo la suerte de encontrar uno de ellos que se basa en relatos contados por la hija de Rasputín, María, hechos reales vistos por ella o contados por su padre. Mezclado diferentes opiniones y hechos, intento ser lo más detallada, objetiva y real en este personaje.

Naturalmente es imposible escribir sobre la vida de Rasputín sin hablar de los Romanov, pero para esta dinastía tenía pensado escribir un relato largo, dedicado a cada uno de sus personajes tal y como ellos lo merecen, así pues, me centraré en esta ocasión en Rasputín y en su momento contaré mas detalles en su relato correspondiente al fatídico destino de los Romanov.












Procedencia familiar:



Un meteorito cruzó el cielo de Siberia occidental la noche del 23 de enero de 1871 (también dicen el 10 de enero de 1869), aquella noche nació Grígori Efimovich Rasputín. Su madre se llama Ana Egorovna y su padre Efim Akovlevich Rasputín, llevaban diez años casados cuando nació el pequeño. Eran granjeros, su vida era agradable y mejoraba poco a poco, pero sus inicios no fueron precisamente así.

Al poco de casarse Efim Rasputín era el cochero Imperial, en esa época era bastante mujeriego. Se casó con Ana por una especie de bravata, al poco tiempo nació una niña, que era epiléptica. El hombre no estaba a gusto con la vida que llevaba y decidió arrojarse a la bebida.

Una noche, cuando dormía en un establo, a causa de una de sus habituales borracheras, un ladrón le robó uno de los caballos del carruaje imperial. Sus jefes ya le habían advertido que dejase la bebida, y para colmo le acusaron de haber perdido aquel caballo en una apuesta de cartas. Lo que significó una falta muy grave.

En aquella época reinaba Alejandro II, éste gobernaba con puño de hierro y por una cosa así hubiera podido morir a latigazos, pero Efim tuvo suerte, no fue torturado. Su condena fue seis meses de cárcel y la pérdida de su trabajo. Mientras estaba encarcelado su mujer y su hija se fueron a vivir con los padres de ésta.


Aquel desastre que venía de la bebida hizo darse cuenta a Efim Rasputín lo mucho que quería a su mujer y a su hija y le hizo sentirse afortunado con lo que tenía. Aquello le dio fuerzas para querer fundar un buen hogar.

Pidió consejo a su suegro y haciéndole caso, emigró a Siberia occidental que por aquel tiempo era un gran terreno desierto y el gobierno deseaba que fuera colonizado.
A Efim le fueron asignadas cincuenta verstas cuadradas de tierra y diez más de bosque. Tuvo mucha suerte por la que la tierra era fértil, trabajó muy duro, Ana y él administraron bien el dinero y su suegro les prestó un poco de dinero, gracias a todo aquello, en seguida Efim se convirtió en uno de los hombres más prósperos de la aldea de Pokrovskoé.
En 1869 nació un niño llamado Mijaíl, Misha de forma cariñosa, era fuerte y muy listo, dijo sus primeras palabras antes de cumplir los doce meses.

Cuando nació Grígori, su padre acababa de comprar al gobierno una franja de terreno en la pradera y fue nombrado jefe de la aldea. Todo les iba estupendamente. Al igual que Misha, el diminutivo de Grígori fue Grisha, así era conocido en su aldea.

Grisha demostró desde pequeño su inteligencia, con ocho meses andaba, pero no fueron hasta pasados los 24 meses que comenzó a hablar, el niño solía mirar las conversaciones de los adultos y parecía entenderlas, se cree que no hablo antes de los dos años por que no tuvo necesidad de ello.



Infancia:




Desde niño, Grígori dio muestras de "poderes curativos" en el sentido de que cuando un animal estaba enfermo, el niño se sentaba a su lado, apoyaba la cabeza o sus manos en la parte afectada del animal, y este a las pocas horas estaba recuperado. Estos sucesos comenzaron cuando cumplió un año, y ocurrieron a menudo durante toda su infancia. Cuando iba a pescar o pasear con su hermano Misha, el pequeño Grisha podía ver peces en el fondo del río que los demás no podían ver, y percibía la naturaleza de forma diferente, el chiquillo nunca comprendió por que su hermano y sus amigos le veían como un bicho raro.

Un día, cuando Rasputín dijo que un aldeano había muerto, cuando nadie más lo sabía aún, su madre no le creyó, cuando preguntó en la aldea y comprobó que era cierto, comenzó a alarmarse, a pesar de que su tía Dunya decía poseer también poderes clarividentes.

Además de estas características, el pequeño Grisha, al igual que el resto de Siberianos, poseía una sinceridad que duró toda su vida, aún sabiendo que a veces la verdad hacía daño a las personas.

Ocurrió un suceso en 1883 que marcaría para siempre a Rasputín. Una mañana su hermano Misha sugirió ir a pasar el día en el campo, la primavera duraba poco, así que aprovecharon el día y finalmente llegaron a una zona del río en el que el agua tenía mucha fuerza a pesar de cubrirles solo hasta la cintura. Misha que ya era adolescente, bastante temerario, se lanzó al agua, Grisha se estaba desvistiendo para bañarse cuando escucho los gritos de su hermano. Éste luchaba en el agua, pero el río lo arrastraba con fuerza, Rasputín se lanzó al agua, que estaba helada, y trato de coger a su hermano, agarrado a un arbusto, pero fue arrastrado junto con Misha por la fuerza del río, doscientos metros más abajo, Arkhip Kaledin, herrero y vecino suyo les vio e inmediatamente se tiró al río para salvarles, agarrándose a la hierba de la orilla estiro el brazo y agarro a Grisha, éste no soltó a su hermano y con dificultades finalmente los tres pudieron salir de aquel infierno.

Los dos chavales estaban muertos de frío, fueron llevados inmediatamente a su casa y llamaron a la comadrona, pues en aquel poblado no había médico, pero ella no poseía conocimientos suficientes para ayudarles.

Por la noche muchachos deliraban, Misha murió dos días más tarde, su débil cuerpo no resistió la pulmonía, Rasputín tuvo más suerte, su cama estaba situada en la cocina, por lo que obtuvo más calor, en cuanto despertó preguntó por su hermano y ya sabía que había muerto, la tristeza lo invadió y tardó tres meses en volver a levantarse de la cama. Durante los delirios y la fiebre, el joven Grigori afirma haber visto a la Virgen, y que le ha curado a cambio de cumplir una misión. El niño no vuelve a dormir bien y se sacude por las noches por que la Virgen no vuelve a su lado, sufre terrores nocturnos. El insomnio acompañará a Rasputín el resto de su vida. También provoca que se orine la cama durante muchos años, incluso después de ser padre.

Más adelante cuando se recuperó, se produjo el robo de un caballo en la aldea, Rasputín identificó al ladrón si conocer los detalles del robo, registraron la casa de aquel hombre y vieron que el niño no se equivocaba, pero a su madre no le agradaba que se metiera en esos asuntos ni que tuviera aquella reputación.

Al haber muerto su hermano, Grisha era el hombre de la casa, la adolescencia llegó rápido y se distanció de su padre cuando vio que debía ocupar su lugar, no es que fuera un chico poco trabajador, pero pensar en las tareas que le aguardaban le aburrían, siempre que podía se escapaba y meditaba.




Adolescencia y matrimonio:




Con el tiempo desarrolló una gran perspicacia lo que le dio la reputación de que leía la mente.

Por aquel entonces ya había escuchado algunos sermones del párroco y empezó a pensar en dios.


Con 14 años tira a golpes a un anciano para robarle, ello le supone un castigo de 20 latigazos en la plaza del pueblo, propinados por un cosaco, pero Grigori se muestra chulesco, afirma poder aguantar otros 20 latigazos más.

A los 16 años pierde la virginidad con un suceso que marcará su carácter lujurioso el resto de su vida. Este acontecimiento lo relata su hija María en el libro titulado "Recuerdos".

La esposa de un general anciano estaba aburrida de éste y obsesionada con Rasputín, encontraba muy atractivos sus ojos azules y su actitud rebelde. Decide enseñarle a "ser un hombre", para ello utiliza la ayuda de seis de sus criadas. El grupo de chicas lleva a Rasputín hasta el dormitorio de la señora, se cuenta que:


Se abalanzaron sobre él como una manada de lobas sobre un corderillo, atormentándolo y torturándolo mientras jugueteaban con él. Un hombre con experiencia habría encontrado algún placer en aquel encuentro con un pelotón de jóvenes excitadas. Pero Grishka (Grisha) no experimentó placer alguno. Mientras disfrutaban de su cuerpo, él sufría ante el fin de su sueño romántico y a causa de su deseo insatisfecho las jóvenes terminaron con él, sacaron del dormitorio su cuerpo desnudo e inconsciente y lo arrojaron a la calle...Allí permaneció tirado durante quien sabe cuánto tiempo.


A raíz de esto desprecia a menudo a las mujeres y las utiliza sin importar sus sentimientos, se dice que violó a una anciana y a dos niñas de doce y trece años.

Cuando alcanzó los 18 años, en un baile del pueblo, Grígori conoció a Prascovia Fedorovna Dubrovina, una hermosa joven rubia procedente de Ekaterimburgo, cuatro años mayor que él.

Al cumplir 19 años se casaron. Fue un matrimonio feliz, su mujer siempre le defendió y estaba muy orgullosa de él, ignorando los muchos y malos rumores que escucharía de su marido el resto de su vida. Consigue aplacar sus brotes de ira y aguanta a sus vecinas contar las infidelidades de su marido.

Rasputín que por aquel entonces ya bebe demasiado, se convierte en una persona temeraria, ataca personas y roba caballos, en una ocasión los aldeanos le pillan y le propinan una paliza, la policía llega y le salva la vida. Como castigo por su delito es desterrado 12 meses.


En octubre del año1894 siguiente nació su primer hijo, al que llamaron como al difunto hermano de Rasputín, Mijaíl. Pero no duró mucho, la pareja lloraba destrozada al ver que una pulmonía del bebé lo arrastró a la muerte. Rasputín lamentó haber llamado así a su primer hijo del resto de su vida.

Tuvieron tres hijos más.

El verano 1895 Prascovia volvía a estar embarazada, la pareja se había recuperado de la pérdida. Nació otro niño al que llamaron Dmitri, pero una vez más la mala suerte estaba allí, pues el niño era retrasado mental.

La siguiente en nacer fue Matryona Grigorievna Rasputina, a la que cariñosamente llamarían María, llegó la primavera de 1898, cuando Rasputín ya había comenzado a viajar y peregrinar.

La última en nacer fue Varvara en 1900, nació sana, no se sabe mucho sobre ella. En 1913 Rasputín llevó a sus hijas a San Petersburgo a vivir con él y las inscribió en un prestigioso colegio llamado Steblin-Kamensky para que se convirtieran en damas y tuvieran una excelente educación.




Rasputín con sus hijos





Continuará



 

Bibliografía:




Colin Wilson: El mago de Siberia.
Editorial Planeta, S.A... 1990.


Alejandra Vallejo-Nágera: Locos de la historia.
La Esfera de los Libros, S.L. 2007.


Imágenes procedentes de: wikipedia.org

jueves, 12 de mayo de 2011

Erzsébet Báthory 10ª Parte





Últimos años:




La habitación de la Condesa tenía también un retrete que no tenía salida al exterior, por lo que las deposiciones debían ser vaciadas a diario por el lacayo que cumplía la función de casiller, como en el encierro no habría nadie para acompañarla y el aposento sería tapiado, las heces se amontonan formando un olor insoportable hasta la nausea, y aquello crecía con el paso de los días.

El día en que fueron a colocar las piedras para tapar los aposentos de Erzsébet, ella permaneció sentada en su gran sillón de cuero, vestida de negro, con su capa granate, llevaba un moño y un gran rubí sobre la frente. Estaba rodeada de sus queridos espejos en los que tantas horas había pasado. Observaba altiva a los albañiles que iban colocando las piedras, cuando ya estaban terminando solo dijo, o más bien gritó, una única frase:

-¡Pudríos, vosotros y vuestra descendencia!

El grito tenía tal fuerza que se escuchó por todo el castillo.

Después estuvo recitando unas palabras en dialecto tôt, aunque los albañiles no las entendieron, probablemente se trataba de algún conjuro o mal de ojo de los que Erzsébet tanto usaba. Atrás quedaron esos días de largas horas leyendo sus viejos libros de brujería, las largas siestas acompañadas de juegos con sus sirvientas y las noches de tortura y baños de sangre, todo aquello había terminado.

Cuando los albañiles se marcharon, todo quedó a oscuras, no sabía que el pueblo estaba desierto, solo podía escuchar los pájaros y el viento. Ella confiaba en que su primo Gábor iría a rescatarla, o quizás Segismundo, pero nada de eso ocurrió, nadie se atrevía a acercarse, todos miraron a otro lado.

Erzsébet no volvió a ver la claridad del día, solo oscuridad, silencio y frío, pues la lumbre se terminó enseguida, al igual de los cirios. Lo peor de todo aquello era sin duda el espantoso frío que hacía, pero que Erzsébet soportó de forma admirable. Con el tiempo perdió por completo el miedo a la oscuridad, paseaba por el cuarto, que era bastante amplio, y solo escuchaba el sonido de sus pieles al arrastrarse. 

Al cabo de un tiempo además de los pájaros, el viento y el arrastre de las pieles con las que se abrigaba del frío, escuchó un nuevo ruido, no se sabe cómo pero las ratas ahí llegaron, entrarían por la pequeña apertura por donde muy de vez en cuando dejaban el pan y el agua. Tampoco tenía miedo a las ratas, que solía apartar a patadas. También se colaron murciélagos por la ranura cercana al techo, transformando su aposento en más bien una lúgubre cueva.

Con los años, las heces cubrían el suelo por completo, no podía caminar sin pisarlas, tuvo que acostumbrarse a aquel hedor, la suciedad de su cuerpo se acumuló, como si fueren escamas, formando herpes y pústulas por tanta mugre, a los piojos que provocaban heridas en su cráneo, pero no la importaba nada, apenas podía verse con tanta oscuridad, también se acostumbró a todo aquello.

Jamás dirigió la palabra a la persona que cada dos semanas, iba a llevarle alimento, nunca.


Thurzó se equivocó, pues pensaba que Erzsébet perecería rápido, quizás en pocos meses, en aquella prisión improvisada.

Una vez al año Erzsébet recibía la visita de un clérigo que venía desde Presburgo. Le leía algo en latín y la preguntaba si se arrepentía de sus pecados, a lo que siempre, cada año, ella respondía escuetamente:

"Eran mis tierras, eran mis gentes"


Aquel hombre marchaba horrorizado.

Erzsébet aguantó encerrada entre oscuridad, ratas, heces, suciedad, mugre corporal, piojos y aquel tremendo frío, casi cuatro años.


Todos se sorprendieron cuando a comienzos de agosto de 1614 solicitó modificar su testamento, por la ranura de la comida, le pasaron un pergamino y una pluma. Escribió en medio de toda aquella oscuridad, nadie se explicaba cómo podía hacer aquello, debió acostumbrarse a ver en esas condiciones después de aquellos años de encierro. Redactó con letra bonita y clara un testamento que otorgaba parte de sus bienes a su hija preferida, Katherine y a su marido György Homonna, aunque especificaba que éste debía cumplirse si seguían enviándola comida y si restituían parte de los bienes a su hijo Pál en el futuro.

Al expresar que quiere comida, está claro que no tiene deseos ni intención de morir, pero al solicitar escribir el testamento también indica que ella misma conocía sus límites.




Testamento de la Condesa, abajo se distingue, agosto, año 1614 y su firma.




Karpelich András y Egry Imre fueron testigos de la veracidad del testamento.

Como siempre, a las dos semanas volvieron para depositar la comida, se escuchó una tos, pero como siempre, ni una sola palabra. A la semana siguiente Erzsébet ya no tenía fuerzas para seguir luchando. 
El veintiuno de agosto de 1614 le depositaron su ración de pan y agua, pero horas después la comida seguía ahí. La llamaron por su nombre, pero no respondió. Decidieron hacer un pequeño agujero en el muro que tapiaba la habitación. Escucharon el aleteo de los murciélagos y tuvieron que taparse la boca a causa de las heces, allí estaba, sentada en su sillón de cuerdo, envuelta en pieles, sin respirar, Erzsébet había muerto.

Dos testigos dieron fe de su muerte por causas naturales. El primero fue el secretario de Thurzó, György Zavodsky:

"A 21 de agosto de 1614.

Erzsébet Báthory, esposa del Magnificente señor Conde Ferencz Nádasdy, viuda, tras cuatro años de detención en un calabozo en el castillo de Csejthe, condenada a prisión perpetua, ha comparecido ante el Juez Supremo. Ha muerto al anochecer, abandonada de todos."


El otro testigo, el letrado István Krapinai, escribió:


"Erzsébet Báthory, esposa del alto Señor Ferencz Nádasdy, magistrado del Rey y Caballero Mayor, de estado viuda, infame y homicida, ha muerto en prisión en Csejthe. Muerta repentinamente, sin cruz ni luz, el 21 de agosto de 1614, por la noche."






 Muerte de Erzsébet, ilustración de Santiago Caruso



Así termina la vida de la Condesa sangrienta, a los 54 años, en un primer momento se pensó enterrarla en Csejthe, aquella aldea que se convirtió en un pueblo fantasma desde el encierro de la Condesa, aún deshabitada, no se permitió que Erzsébet fuese enterrada allí ya que había provocado demasiado daño y ya era suficiente con los cadáveres de las muchachas torturadas que aún permanecían ocultos por los alrededores. Se dice que finalmente fue enterrada en su pueblo natal, Ecsed.

Aunque se sabe con certeza que todo aquello ocurrió, contaba con algunos defensores que decían que todo era una trama, un complot político para quedarse con todos sus bienes, que eran codiciados por el propio Rey Matías y otros nobles. Dos años después de la muerte de Erzsébet sus hijos fueron acusados de traición y les fueron arrebatados sus castillos y aldeas.


¿Por qué Erzsébet Báthory se comportó así durante casi toda su vida? ¿Por qué hizo todo aquello?
Nunca podremos saberlo, todo son especulaciones. Puede ser la crueldad que arrastraba la mayor parte de su familia, podemos pensar que tenía cierto grado de demencia pero sabía exactamente como disimular frente a los demás y trataba de esconder pruebas para encubrir sus oscuros secretos. Cuando era niña la mordió un lobo, no se sabe si contrajo la rabia, lo que le provocaría bruscos cambios de humor y violencia repentina, o quizás fuese debido a sus supuestos ataques de epilepsia que jamás sabremos si realmente padecía dicha enfermedad, todo son suposiciones.

Lo que sí que está claro es que la Condesa alcanzó su objetivo, la inmortalidad,  no física, pero sus actos serán mencionados, nunca serán olvidados, por muchos siglos, con terror, a causa de todos sus crímenes, alcanzando el record mundial de asesina en serie.


En 1614 Erzsébet Báthory abandona este mundo, pero deja para siempre su esencia, sus actos grotescos, su legado sangriento, su historia...




Rumores erróneos o sin confirmar:




  
Retrato de  Lucrezia Panciatichi por Agnolo Bronzino en el año 1540




El retrato que veis arriba muy a menudo se asocia a la Condesa Báthory, pero esto es totalmente falso, la mujer del cuadro no es otra que Lucrezia y además el cuadro es pintado 20 años antes del nacimiento de  Erzsébet. Es evidente además que no viste como ella, y tiene una rubia melena y ojos claros, cuando Erzsébet es morena de ojos negros.


Detalle del rostro de Erzsébet Báthory




La leyenda del asesino de las hermanas de Erzsébet:



Hay un rumor que dice que George Dozsa mató a las hermanas de Erzsébet, Sofía y Klara, cuando atacó el castillo de la familia, este rumor es cuanto menos dudoso, pues si se mira con detenimiento la vida de Dozsa, rápidamente vemos que muere el 20 de julio de 1514, ajusticiado por otros crímenes. Con esto nos damos cuenta de que como mínimo, las hermanas de Erzsébet nacen medio siglo más tarde, por lo que el rumor de que Dozsa matase a las niñas es erróneo, ya que se trata de un hecho completamente imposible.





Rumor sobre la noche de bodas:






Hay otro rumor que cuenta, que después de pasar la noche de bodas, al despertar Ferencz comentó a su joven esposa de catorce años que debían vestirse para reunirse con los demás invitados de la boda, pero ésta quiso poner a prueba la obediencia de sus sirvientes e invitados y convenció a Ferencz , para, entre ambos, dictar una orden que excluía a Orsolya, al Rey y a los clérigos, todos los demás al igual que los jóvenes novios, debían permanecer el día completamente desnudos como en el jardín del Edén.



No he encontrado constancia de éste rumor en ninguno de cuatro mis libros, y es más, en la supuesta orden de aquel diez de mayo (aunque el día después de la boda es el nueve...) se menciona al Rey y dicen Matías, cuando se sabe que por aquel entonces el Rey era Maximiliano II y que no pudo acudir al enlace.

Por otra parte Ferencz ya era un fiel soldado en aquella época y no parece el tipo de hombre que se someta a estas chiquilladas y menos aún probable parece que Orsolya Nádasdy consintiera semejante petición y depravación por parte de los novios. Dicen además, que estaba allí el pastor Ponikenus, algo también muy improbable por que la boda fue en Varannó en 1575, y Ponikenus apareció en Csejthe para sustituir al Berthoni en 1608. Con tantas incongruencias y nombres de diferentes épocas mezclados, no encontrando ninguna fuente, texto o prueba. Bajo mi opinión, doy por falso este caótico rumor.





La cabeza de  Erzsébet:




Existe en Segovia, cerca del Alcázar, un antiguo museo de brujería.  Se encuentran 300 piezas, coleccionadas por el señor Alessandro, nacido a finales del 1800. Algunos de los objetos que allí se muestran son plantas extrañas, objetos de tortura, piezas embrujadas. Destacan dos cabezas disecadas, una de ellas dicen que pertenece, supuestamente, a Erzsébet Báthory.





 

Imágen de la supuesta cabeza de la Condesa Sangrienta


Como suelo visitar sitios históricos al menos una vez al año, como pueden ser Tordesillas, Pastrana o Sigüenza, Segovia también está en mi lista y lo visitaré, esta vez con intención de ver el museo y observar con mis propios ojos aquella cabeza. ¿Por qué sería decapitada Erzsébet Báthory? Aunque por otro lado, que la cabeza llegara a un coleccionista no es tan raro, ya que su único cuadro original  fue robado en los años noventa y no se ha vuelto a saber nada, también su codiciado diario está en paradero desconocido.





Aquí termina mi aportación sobre Erzsébet Báthory.


Su descendencia fue larga y muy plena, sus propios familiares hicieron un árbol genealógico digno de admiración, hay dos, uno escrito, más corto pero específico, y uno más largo y con fotos, hay algunos fallos como el número de hijos de Erzsébet, que dicen ser seis, a pesar de todos los datos aparentes en los libros que confirman que vivos fueron cuatro y uno que tuvo con catorce años al cual hicieron desaparecer para no cancelar la boda.




Familia Nádasdy, en ella vemos toda la larga descendencia que dejó el matrimonio de Erzsébet Báthory.



¿Cuántos hijos tuvo en realidad Erzsébet?



Hace poco surgió, mirando árboles genealógicos hechos por los propios Nádasdy, versiones que dicen que el matrimonio de Ferencz y Erzsébet tuvieron confirmados seis hijos, citando nombres y fechas como son los que ya conocemos:

Pál, supuestamente único varón. Nace en 1597 y muere en teoría en 1633 pero tiene retratos posteriores y se rumorea que su auténtica fecha de muerte puede ser en torno a 1650, al igual que ocurrió con su abuela Orsolya que muchos datan su fecha de defunción en 1571 pero todos confirman que asistió a la boda y convivió un tiempo con los recién casados, por lo que se confirma que su muerte tuvo que ser, como mínimo a finales del año 1575. Pál se casó con Judith Révay de Forgách.

Anna, primera hija de Erzsébet, 1585-1625, se casó con Zrinyí Miklós.

Orsolya 1589 aprox, se desconoce la fecha de la muerte, y con quien estuvo casada o si llegó a casarse.

Katalin  1594, se desconoce la fecha de su muerte, se casó con György Drugeth de Homonna.


Hasta ahí los hijos conocidos, luego hay dos varones que aparecen en varias listas de los Nádasdy, incluso con las mujeres con las que se casaron, esos dos hijos que no se mencionan en los libros son:

András, nació algo antes que Pál, pero no indican fecha, aparece al lado de su nombre Elött 1631, puede que se casara o alguien llamada así, o que muriera en esa fecha en una cuidad, llamada de esa forma. Tras investigar, he leído que murió al poco de nacer y por eso no se le suele mencionar.


Miklós, no se sabe su fecha de nacimiento o muerte, aunque se cree que fue el menor de los hijos de la Condesa, el último que tuvo, por lo que su fecha de nacimiento sería alrededor del 1600.
Sólo se sabe que contrajo matrimonio con una dama llamada Zrínyi Zsuzsanna, podemos sospechar que puede ser hermana del marido de Anna,  Zrínyi Miklós, ya que cuentan con el mismo apellido (y los cuñados se llaman igual).



Enlace de los hermanos Nádasdy Báthory con los Zrínyi:




Está comprobado que Erzsébet casó a sus hijos con la pareja de hermanos de la dinastía Zrínyi, confirmado en su propia página familiar:


http://genealogy.euweb.cz/hung/zrinyi.html



Zsuzsanna se casó en segundas nupcias con Miklós Nádasdy, ya que su primer marido fue Albert Lenkovich.

El padre de Zsuzsanna y Miklós Zrínyi  fue György Zrínyi, señor de Tavernicorum, que nació en 1549 y murió el 4 de mayo de1603, tuvo dos matrimonios, el primero con  Anna de Arco (muerta en 1570) de este enlace nació Miklós, futuro esposo de Anna Báthory. 
Cuando György volvió a casarse, lo hizo con Sophia de Stubenberg, de este enlace nacería Zsuzsanna, así pues, está y Miklós son hermanos por parte de padre exclusivamente.


Si encuentro algún retrato de estos hijos (de Anna, Katalin, Orsolya, o los hermanos Zrínyi lo pondré sin demora).






La imagen de Erzsébet (¿conspiración?):




Actualmente la Condesa es admirada en numerosos lugares, siendo su nombre "restaurado", muchos seguidores afirman que Erzsébet fue víctima de una conspiración y retratan a su marido como a un monstruo. 
Así se puede ver en las últimas películas que hay sobre ella, que difieren bastante de todos los libros que he leído, que han basado sus datos en los archivos y pruebas que se conservan en Budapest. 
Las denuncias de las desapariciones existen y de numerosas fechas con años de diferencia. Los horribles relatos de los testigos, secuaces y siervos supervivientes están ahí, también el relato de las pocas chicas que encontraron en aquel infierno. 


A causa de los numerosos bienes de la Condesa (que por otro lado en el momento de la acusación ya no eran tantos ni tan numerosos por sus ventas para poder subsistir) hay muchos que creen que el Rey Matías junto con el tutor del pequeño Pál y Thurzó lo planearon todo para encerrar a Erzsébet y quedarse con sus posesiones. 


Realmente, la verdad era mucho peor de lo que todos pretendían ver, Erzsébet era culpable de los crímenes que se le imputaron, aunque muchos se negasen a creerlo. 
No hubo tal conspiración, lo único cierto es que tardaron demasiado tiempo en hacer justicia e investigar todas las denuncias que a lo largo de los años se habían ido acumulando...después de todo...ellos al principio creían que sólo eran rumores siniestros lanzados contra una pobre viuda...no imaginaron, hasta que vieron al final, lo que un "ser humano" puede llegar a hacer..






Bibliografía:




Valentine Penrose: La Condesa Sangrienta.
Ediciones Siruela, S.A. 1987, 1996, 2008.


Javier García Sánchez: Ella, Drácula.
Editorial Planeta, S.A., 2006.


Imágenes procedentes de: wikipedia.org 

http://nadasdy.barokkudvar.hu/?q=node/6


http://nadasdy.barokkudvar.hu/pictures/index.php


http://www.buchforum.net/nada2009/nadasdy/stuff/familytree.jpg

Ilustraciones procedentes de: http://galleries.santiagocaruso.com.ar/the-bloody-countess.html

Imagen de la cabeza de Erzsébet Báthory: http://satanus-lacasadesatan.blogspot.com/2011/01/museo-de-la-brujeria-de-segovia.html

jueves, 5 de mayo de 2011

Erzsébet Báthory 9ª Parte




El principio del encierro:



Habían conducido a Erzsébet arriba, a su cuarto, sola y sin sirvientas, unas habían muerto, otras fueron llevadas a Bicsé por los hombres del palatino. La misma noche de la detención, Ponikenus, el pastos de Csejthe reunió a su alrededor en la sala de abajo a las personas que habían subido de la aldea y, junto con su mujer, se rezó por la Condesa.  Nada más empezar, le interrumpieron unos extraños maullidos, Ponikenus dejó por escrito lo que ocurrió:

"Cuando estaba empezando a orar, oí gatos maullar en el piso superior. Era algo que no se parecía a los maullidos de un gato corriente. Intenté ir a ver y no pude encontrar nada. Le pedí a mi criado que buscara conmigo, y que si viera algún gato en el patio, lo cogiera y lo matara. Pero no encontramos ninguno. Mi criado dijo que oía muchos ratones en la habitación pequeña, entramos allí al momento pero no encontramos nada.
Bajé los tres escalones que llevan al patio y de inmediato, seis gatos y un perro negro intentaron morderme los pies. Idos al diablo, les dije, y los aparté con un palo. Salieron fuera del patio, mi criado fue a buscarlos, pero no encontró nada, debió ser obra del dragón (así llamaban a Erzsébet)."

Además Ponikenus agrega en su texto:

"La víspera de Nochebuena, por la noche, una criada procedente de Miawa, que era bruja, bañó a la Condesa en un baño de plantas mágicas y recibió órdenes de hacer con esa agua un pastel destinado a los enemigos de la Señora. Pero alguien habló y les avisaron. Así cayó Satanás en su propia trampa."

A la mañana siguiente János Ponikenus tuvo la desafortunada idea de subir a ver a Erzsébet para presentarle sus condolencias y exhortaciones. La encontró en temperatura gélida, cubierta de pieles, con todas las joyas puestas que había querido llevarse a Transilvania. No se atrevió a entrar solo, le acompañaba uno de sus acólitos y un soldado, Ponikenus redactó todo lo ocurrido a continuación:

"Nada más llegar a presencia de Erzsébet, encerrada en su cuarto, nos recibió con esta frase:

-¡Conque vosotros dos, bastardos! ¡Mirad en qué situación me habéis puesto!

Le dije que yo no tenía nada que ver.

-¡Si no has sido tú, habrá sido alguien de tu iglesia quien ha hablado de mi!

Le volví a asegurar que nunca le había hecho nada, que no había dicho nada de ella.

-Pero- continuó ella- serás tú, tú quien muera primero, pues has sido la causa de mi encarcelamiento. ¿Qué te crees? Ya están preparados al otro lado del Tiszá para pasarlo todo a sangre y fuego por mí; y mi primo Gábor va a venir a salvarme desde Transilvania.

Todo esto lo gritó salvajemente en húngaro antiguo, lengua que no yo entendía, pero mi compañero me lo tradujo.

Le dije ¡Cristo ha muerto para vos!

A lo que ella contestó:

-¡Vaya una revelación! ¡Hasta los labriegos saben esa historia!

Ponikenus quiso ponerle las manos en un libro de oraciones, Erzsébet se negó asegurando que no le hacía falta.

El pastor preguntó tímidamente:

-¿Pero por qué creéis que soy yo la causa de vuestra detención?

-No tengo por qué contestar: soy tu Señora. ¿Cómo viniendo de tan bajo podría llegar tu pregunta hasta mí, que estoy tan alta?

Ponikenus no lo soportó más:

-Has mancillado el Evangelio, criatura malnacida... Lo manchaste con sangre...

-De vuestro Evangelio lo aprendí, malditos. Lo decía San Mateo: Bebed todos de mi sangre, que será sello del Nuevo Testamento, la cual derramarán muchos...- Erzsébet calló un instante y siguió- Yo me he limitado a cumplirlo.

La Condesa soltó una risotada siniestra.

-Eres una sacrílega malvada...- le increpaba Ponikenus a la Condesa, pero está le interrumpió.

-De vosotros lo aprendí, ¿O no está Cristo supuestamente en los inocentes? Fue vuestro Cristo a quien se lo leí, solo a él: Quien bebe mi sangre y come mi carne tendrá la vida eterna.... Yo lo hice.


El pastor vio que seguir hablando era inútil y se marchó de allí.

Parece ser, sigue escribiendo Ponikenus, que cortaba a las muchachas en trocitos como a las setas, y las servían a muchachos jóvenes para que se las comieran. A algunas las guisaban para dárselas de comida a las compañeras que quedaban, esto sucedía desde hacía mucho.



Interrogatorios y juicio:



Antes de regresar a Bicsé, el palatino había preferido pasar una noche en Vág-Ujhely, antes que en Csejthe, la lúgubre aldea. Se marchó al día siguiente por la mañana para mandar preparar el interrogatorio de los cómplices de Erzsébet Báthory: Por la noche redactó una carta a su mujer:

Vág-Ujhely, a 30 de diciembre de 1610.

Me siento dichoso de escribirte, amadísima esposa. He mandado prender a Erzsébet Nádasdy. Esa maldita mujer estaba abajo, en Csejthe, y ahora la llevan a su castillo, donde, a partir del uno de enero, quedará encerrada. A los demás, al cruel joven y a las brujas, los mando a mi castillo de Bicsé. Estarán bajo tu custodia; mándalos encerrar de forma segura. Puedes dejar a las mujeres en la aldea, las he mandado encadenar; pero el joven Ficzkó, prisionero en el castillo.
Cuando llegaron mis hombres a Csejthe, encontraron a una muchacha muerta y a otra muriéndose de sus heridas. Hemos descubierto a una, enferma y cubierta de llagas, y a unas cuantas más en reserva para el siguiente sacrificio.


Thurzó mandó convocar a los jueces en Bicsé. El proceso empezó en esta villa el dos de enero de 1611 y el siete terminó. No preguntaron nada a Erzsébet Báthory, y ella no compareció. Los interrogatorios los dirigió Gáspár Bajary, alcaide de Bicsé y el escribano Gáspár Kardosh; el acta la redacto Daniel Erdög. El juego real llegado de Presburgo era Teodosio Sirmiensis (en húngaro Zrimsky). Fue un proceso criminal con veinte jueces y trece testigos. Se les hicieron las mismas once preguntas a todos los acusados: Ujvari János, llamado Ficzkó; Jó Ilona Kochiská, la nodriza; Dorottya Szentes, llamada Dorkó y  Katalin Beniezky, la lavandera.

A veces los inculpados no entendían, pues a penas sabían otra cosa que el dialecto tôt.
 Las respuestas fueron bastante confusas pero los jueces tenían orden de no insistir.


Algunas criadas habían contado los cadáveres vistos a lo largo de los años, que no aparecían en el famoso diario, todas coincidían en que la cifra rondaba las 700 muchachas, centenas de ellas niñas que no superaban los diez años, y la mayoría no paraba la adolescencia.  


El seis de enero de 1611, el tribunal se reunió en la sala del Consejo del castillo de Bicsé. El juez real presidía, con el palatino y el enviado del Rey a ambos lados.

Se leyó el acta de los interrogatorios, oyéndose la monótona enumeración de los horrores sin nombre perpetrados durante más de seis años, sin duda en los dormitorios, los lavaderos, los sótanos y los subterráneos de los castillos propiedad de los Báthory.

El enviado del Rey fue el primero en hablar: En estos interrogatorios aún no está todo muy claro; hay crímenes a los que sólo se alude.

Thurzó respondió: Todo está en orden así (pues el mismo había ordenado a su alcaide que no se dijera nada de los crímenes cometidos directamente por Erzsébet y, sobre todo, de los baños de sangre. Le parecía que así todo ya se había aludido demasiado a los crímenes personales de la Condesa).

El enviado real insistió, quería conocer el número y nombre de las hijas de Zémans sacrificadas, Thurzó discutió con él alegando que todo eso simplemente retrasaría el proceso y que quería terminar con todo aquello lo antes posible. Además el enviado solicitó que Erzsébet compareciera y fuerza juzgada por el tribunal, el palatino que ya estaba harto exclamó:  

¡Sé perfectamente lo que tengo que hacer y me creo capaz de convencer al rey de que he hecho bien actuando así!


Luego oyeron a los testigos, tanto Suza como Sara declararon a favor de Katalin, la lavandera, alegando de que si había golpeado alguna vez a alguna muchacha fue en contra de su voluntad, y que siempre había ayudado a las que pudo aún a costa de jugarse la vida. Los jueces deliberaron hasta muy entrada la noche.

 A la mañana siguiente, el día siete de enero, hicieron público el veredicto:

Considerando que las confesiones y los testimonios han demostrado la culpabilidad de Erzsébet Báthory, a saber, que ha cometido crímenes horribles contra la sangre femenina y considerando que sus cómplices eran Ficzkó, Jó Ilona y Dorkó, y que estos crímenes requieren castigo, hemos decidido que a Jó Ilona y, a continuación, a Dorottya Szentes, les arranquen los dedos el verdugo con sus tenazas, por que con esos dedos han cometido crímenes contra el sexo femenino. Finalmente, se las arrojará vivas al fuego.

En lo que a Ficzkó se refiere, su culpabilidad debe contemplarse habida cuenta su edad (que contaba con algo menos de veinte años). Como no ha participado en todos esos crímenes, hemos decidido una pena más moderada. Se le condena a muerte, pero será decapitado antes de arrojar su cuerpo al fuego. Esta sentencia se ejecutará inmediatamente.


Kata fue absuelta, el destino de los tres secuaces estaba decidido y serían ajusticiados aquella mañana, ahí mismo, en la plaza de Bicsé, rodeados de todos los habitantes del pueblo, horrorizados y sorprendidos.




Ejecuciones:



Al terminar de leer el veredicto todo estaba preparado, los tres condenados se encontraban en la plaza, lloviznaba. Algunas personas piadosas lloraban y rezaban, otros miraban con odio a seres tan abominables.
Los haiducos llevaron a los condenados junto con el verdugo.

Jó Ilona no cesaba de gritar, suplicando perdón, cargando todas las culpas a su Señora.
Dos robustos haiducos la sujetaron mientras el verdugo, utilizando unas tenazas, empezaba a cortarle los dedos de la mano. Al cortarle el cuarto dedo perdió el conocimiento. Esperaron a que despertara unos breves momentos y siguieron con la condena. Uno tras otro, entre espantosos gritos, le arrancaron los diez dedos, dejando solo dos muñones ensangrentados. Seguidamente fue llevada a la hoguera. Sus últimos movimientos fueron convulsiones mientras moría quemada. Toda la plaza quedó en silencio, solo se escuchaban ya las llamas.

La siguiente en ser ejecutada era Dorkó, ésta se había desmayado cuando vio que ataban a Jó Ilona al poste donde sucumbió a las llamas. Mientras le cortaban los dedos los alaridos de Dorkó eran tan fuertes como los de su compañera, y como ésta, también se desmayó. Pero con la vieja arpía fueron más rápidos, pues en la plaza, presenciando ese terrible espectáculo había numerosos niños. Se le continuaron cortando los dedos aún sin consciencia, en ese mismo estado se la arrastró al poste del que minutos antes habían retirado el cadáver carbonizado de Jó Ilona.
Algunos creían que Dorkó ya había muerto cuando la ataron, pero de repente cuando fue alcanzada por las llamas soltó un espantoso grito, vieron todos en aquella plaza que Dorkó también murió entre terribles dolores en aquellas llamas.

Llegó el turno de Ficzkó, tiritaba como una hoja, había contemplado la ejecución de sus dos compañeras de crímenes. Estaba pálido, aquella aguda y chirriante voz que poseía no fue escuchada, parecía mudo. Al momento fue retirado el cadáver de Dorkó del poste donde en unos minutos el también sería quemado.
Fue llevado hasta el verdugo, éste empuñaba en su mano una espada especial para la ejecución, que llamaban "pálos".
Ficzkó miró al cielo, y dicen que trató de articular alguna palabra, llorando, pero no pudo. Le obligaron a poner la cabeza en el tajo. Un momento después la espada cercenó su cuello de un solo toque, la cabeza rodó unos metros. Quedó mirando al cielo con los ojos ligeramente cerrados, algunos dicen que sus labios se movían cuando la cabeza ya estaba en el suelo, separada del cadáver.


Curiosamente al terminar la ejecución del enano jorobado, de llovizna pasó a una fuerte lluvia, por lo que la plaza quedó vacía rápidamente.

Se echa en falta otro secuaz de Erzsébet, la bruja de Miawa. Debió de huir sin ser vista, y aunque se emitieron órdenes de búsqueda jamás fue encontrada, tampoco se entiende que otros espías y los que llevaban muchachas a la Condesa, tampoco sean si quiera acusados como podían ser Kardoska, Szalny, Barnó o Bassony, todas ellas llevaron a cientos de chicas hasta la muerte, pero no fueron juzgadas, se libraron sin más. Tampoco fue investigada aquella mujer de la nobleza, que, vestida de hombre, visitaba de madrugada a Erzsébet y junto a ella torturaba muchachas hasta el amanecer, después volvía a marcharse. Había otra mujer de la nobleza que iba con larga capa y capucha que participó en varias orgías y asesinatos, ninguna fue acusada ni juzgada.



El destino de Erzsébet:





Pál Nádasdy, hijo de Erzsébet.


Las semanas siguientes el destino de la Condesa fue decidido o más bien discutido, pues eran muchos los que pedían la cabeza de Erzsébet, también querían que fuese quemada como sus secuaces, la otra parte la formaban las hijas de Erzsébet que pedían clemencia para su madre, los yernos que hablaban por ellas, Pál Nádasdy que mandó una carta el 23 de febrero, suplicando por la vida de su madre y Thurzó que les representaba, apelaba siempre al buen nombre de los Nádasdy, sin mencionar el apellido Báthory que había quedado maldito.

El 17 de abril de 1611 el Rey tomó una decisión y lo notificó desde Praga:


"Debido a la fidelidad de los Nádasdy, y tras haber oído las súplicas del Magnificente Pál Nádasdy, su hijo, de los condes Miklós Zrinyi y György Drugeth de Homonna, sus yernos, disponemos que no se la ejecute".

Una vez más, su alto rango, el apellido Nádasdy y su descendencia combinada con los excelentes partidos con quienes fueron casadas, le salvaron la vida a la Condesa.

Otro de los motivos por lo que Erzsébet se salvó de que le cortaran la cabeza fue por una carta que Thurzó escribió al Rey:

"A vos, Majestad, os toca elegir entre la espada del verdugo o la prisión perpetua para Erzsébet  Báthory. Pero nuestro consejo es que no la ejecuten pues, verdaderamente, nadie tiene nada que ganar con ello."


Se la condenaba a quedar emparedada en su aposento, hasta la muerte. De esa forma las autoridades evitaban el riesgo que les supondría una ejecución de alguien de tan alto rango, además en ese caso, no sería válida sin un juicio antes, que los familiares y Thurzó habían dejado claro que no querían que se celebrase.



Ruinas del castillo de Csejthe, Čachtice en la actualidad, al oeste de Eslovaquia.



Cuando Erzsébet escuchó la sentencia, a pesar de tener gran claustrofobia y miedo a la oscuridad, no se inmutó. Tampoco lo hizo cuando le contaron como habían muerto sus tres criados en la hoguera.
Tampoco dijo nada cuando le explicaron que el castillo donde estaba prisionera quedaría completamente desierto, junto con el pueblo de Csejthe, que como si sufriera una terrible epidemia, debía ser abandonado para cerrar así el capítulo de tantos y tantos crímenes. En el castillo de Csejthe colocaron cuatro banderas negras y cuatro cadalsos en cada uno de los extremos, para advertir a todos que allí nadie debía acercarse. Por toda la comarca lo anunciaron.

Para no condenar descaradamente a muerte a Erzsébet, emparedada en su cuarto, dejaron un hueco horizontal situado a la altura del suelo por el que cada dos semanas aproximadamente, introducirían pan y agua para que pudiese subsistir, ella lo administraría como creyera conveniente.



Único hueco por donde entraba aire y luz en la habitación de la Condesa


También se tapiaron las puertas que conectaban su habitación con otras zonas del castillo, también estaban tapiadas con enormes piedras las ventanas, dejaron casi a la altura del techo un agujero muy pequeño por donde entraba el aire y muy poca luz, cuando llovía a penas caía ninguna gota de agua.

Antes de emparedarla, se le entregó un poco de leña, no le duraría más de los dos meses que quedaban de invierno, después solo dispondría de unas pocas pieles que había elegido, el resto fueron retiradas, para abrigarse. Le dejaron algunos cirios y velas para alumbrarse, que tampoco durarían demasiado y una vez terminados, al igual que la leña, no le sería entregado nada más.

Erzsébet no sentía angustia o pena, sino indignación pues seguía sin comprender por qué se la condenaba.




Continuará...




Bibliografía:




Valentine Penrose: La Condesa Sangrienta.
Ediciones Siruela, S.A. 1987, 1996, 2008.


Alejandra Pizarnik: La Condesa Sangrienta.
Libros del Zorro Rojo, 2009.


Imágenes procedentes de: wikipedia.org

http://nadasdy.barokkudvar.hu/pictures/index.php


http://www.bathory.org/